No sólo Katherine Hepburn cumple su centenario en este 2007.
Tamaña celebración también recae en "las señoritas de Avignon". Una recreación picassiana de cinco señoritas de vida alegre, a las que creo, deberíamos empezar a llamar SEÑORAS.
Y lo digo, no por la edad, sino porque como sabréis el término señorita, ha sido reducido al cariñoso apelativo a la profesora de infantil. Hoy por hoy, todas, criadas o marquesas, somos ya SEÑORAS.
Lo cierto es que el MOMA de Nueva York, donde este quinteto reside en la actualidad, va a tratarlas como a unas verdaderas damas coincidiendo con su primer siglo de vida, dedicándoles una sala en exclusiva (como ponerles un piso) y muchas atenciones (no son diamantes, pero casi, casi)
Como sí de Julia Roberts, en "pretty woman", se tratase, las damiselas de Avignon, han pasado a la posteridad haciendo realidad su cuento de hadas, "alcanzar la dignidad y reconocimiento" que la sociedad les negó (y sigue negando a sus sucesoras)
Para estas trabajadoras del más viejo oficio de la humanidad, el joven Picasso fue su príncipe azul. Lástima que no estén aquí para saberlo.
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