miércoles, 23 de abril de 2008

#Cuentocontigo: Como pez en el agua


Cuento para la recopilación "Soy Canalla" de relatos de periodistas aragoneses. Editado por la Asociación de la Prensa de Aragón y presentado con motivo del Día de Libro y San Jorge, el patrón de Aragón.
(Ya tenía ganas de poder ponerlo aquí en el blog, espero que os guste) Lo escribí en febrero de 2007 pero hasta esta semana lo he tenido ahí guardadico...

“Como pez en el agua”
  • Peripecias de un becario en su primer día en Radio del Mar Se cumple un año de la misteriosa desaparición de Antonio López, el periodista de Radio del Mar. Ni la colaboración ciudadana ni las pesquisas policiales han logrado esclarecer el caso y las esperanzas de encontrarle con vida empiezan a decaer. En su homenaje, todos sus compañeros de la emisora donde ha trabajado más de 30 años realizaremos un programa especial desde el Estudio Azul, dónde fue visto y oído por última vez. El becario Oscar Portillo leía y releía la entradilla entre dientes. Era su primer día en la Radio del Mar, y el jefe de local le había confiado una locución para el avance informativo. Le temblaba todo el cuerpo y no dejaba de sudar…Un gesto desde la cabina de control le indicó que quedaban ¡diez segundos!, nueve, ocho, siete… -“concéntrate en un punto y libera los nervios”-, se decía…cinco, cuatro, tres, … -“¡el pez!, ¡mira al pez! -¿¡Qué hace una pecera aquí!?- pensó”- Y mientras seguía, hipnotizado, las idas y venidas del pececillo, algo atronó en sus auriculares ¡DENTRO! Oscar habló por primera vez por un micrófono sintiendo que esa noticia y él seguirían caminos paralelos. Su intuición no le falló porque al salir del estudio le encomendaron su primera pieza: entrevistar a los compañeros de la radio y saber cómo recordaban a Antonio. “Hola, soy de informativos y estoy haciendo un reportaje sobre Antonio… ¿dónde le viste por última vez? ¿erais amigos? ¿nombre y cargo?...”. Una a una fue recorriendo las mesas de la redacción con su cuestionario pero nadie le prestaba atención.
  • -“Me voy a una rueda de prensa, lo siento” -“Hombre, ¿ya han llegado los becarios?” -“¿Antonio? ¿Banderas?” -“Eh, que esa grabadora es mía. ¡Píllate otra!” Desesperado decidió volver al Estudio Azul y replantearse la estrategia de investigación en soledad. Allí, además de un pez que parecía -¿sonreírle?- encontró a su primera entrevistada gamuza en mano. -“Hola chaval. ¿Eres el becario de verano?... Anda que no he visto yo a becarios ni nada… Y en la redacción no te han hecho ni caso ¿no?. Tú no te achantes, que todos han sido novatos antes que frailes…Te lo digo yo, que me conozco a toda la profesión”. Oscar se sinceró con ella y así consiguió sus primeras declaraciones profesionales: -“Vi a Antonio por última vez aquella mañana temprano –comenzó-. Él llegaba antes que yo o quien sabe, igual ni salía de este estudio. Pasaba horas pegado al micrófono y mirando su pecera. Esa mañana, como otras, nos tomamos el cafelito juntos mientras yo preparaba el fregoteo. Le gustaba preguntarme de mis cosas y, sobre todo, de los marinos que faenaban en alta mar. Vivo en el barrio de la playa ¿sabes? y cuando los hombres salen a la pesca y no hay noticias, nos unimos mucho toda la vecindad. A él los temas de la gente le interesaban de verdad... No sé si sabes que Antonio era –titubeo-… ES hijo y nieto de marineros pero, como nació con el brazo izquierdo dormidito, pues, no le dejaron salir a la pesca y claro, se volcó en el estudio. Luego se puso a trabajar para ayudar a su madre y solicos tenían que apañárselas, mientras el padre y los hermanos regresaban con dineros de la pesca…¡había que comer!. Como tenía buena letra y era espabilao le cogieron de chico para todo cuando abrió la radio y fue progresando hasta hacerse reportero. Un día entrevistó a un ingeniero extranjero que se quedó tan impresionado del resultado que regaló una antena especial para que la emisora se pudiera oír por todo el pueblo. La debieron orientar hacia el océano porque tiempo después, algunos marineros que volvían de muy lejos contaron que habían cogido la frecuencia y escuchaban las noticias del pueblo… Imagínate, ¡parecía un milagro! Antonio recibía cientos de cartas y llamadas de las familias de los que andaban a cientos de kilómetros y él comenzó a leerlas en su micrófono… tantas llegaban que se creó una programación sólo para la gente de la mar conducida por Antonio. ¡Treinta y tantos años se ha pasado el hombre delante de este micrófono y ha hecho feliz a tanta gente! … Uno de los últimos días que hablamos me comentó que ahora que ya no vivía su madre, ya era libre para irse al mar y nos reímos porque él no sabía ni nadar… ¡fíjate!.Yo, chico, creo que se ha ido en un barco y está dando la vuelta al mundo…o le han llamado las sirenas... Es lo único que se me ocurre pero, a veces, por las mañanas, cuando entro en este estudio y miro su pecera, no sé… me da el corazón que sigue aquí dentro…Pero eso no lo escribas ¡eh!”. Y dicho esto se fue con su plumero para otra parte. Oscar siguió atónito un buen rato y de nuevo el pez y su alegre ir y venir le devolvió a la realidad. Seguro que si pudiera hablar le contaría que había pasado con el tal Antonio… “Qué me dices sardinilla ¿te lo comiste o qué?...” Y libreta en mano, el becario se fue a buscar más declaraciones… El Estudio Azul volvió a quedar en silencio. Pronto comenzaría el programa especial de homenaje al periodista desaparecido y el pez no iba a perderse palabra. ¡Qué pena que su memoria fuera tan breve, porque sí no se acordaría de lo que pasó hace un año...! Durante unos segundos se quedó parado. Se había olvidado de que la aleta izquierda no se mueve y le entró claustrofobia. De nuevo la amnesia le envuelve y, decidido, retoma su paseo acuático, con su única aleta, cierra los ojos y sueña con el mar... –Por unos instantes, parece estar sonriendo-