sábado, 23 de agosto de 2008

Llovía

El taxista tardó en verla. La intensa lluvia que caía había convertido la calle en un inmenso espejo negro y resplandeciente. Solo la luz de los semáforos, intermitente y anaranjada, reinaba en la oscuridad de aquella noche de agosto. Ella iba vestida de gris, y estaba totalmente empapada, con el brazo levantado, como un estatua de la libertad sin corona ni antorcha, inmóvil en aquella acera en penumbras. Subió al taxi con lentitud y el conductor pudo observar su rostro a través del retrovisor. No parece una drogadicta, pensó y le preguntó dónde tenía que llevarla. Ella le indicó las señas y arrancaron. Lo siento señorita, nunca es buen momento para ir al Depósito, y menos una chica sola y con este orache. Tome estos klínex y séquese la cara, se ha mojado usted de arriba abajo, comentó el taxista, al que la curiosidad por saber algo más de su cliente había vencido a la profesionalidad debida. La misteriosa pasajera se limitó a aceptar el pañuelo de papel y sonrió débilmente, sin decir ni una sola palabra. El chófer no se dió por satisfecho y continuó con el interrogatorio mientras ella se apartaba los mechones de pelo húmedos de la cara. Se notaba que había estado llorando. -Está usted muy sola en una noche de perros ¿ya no hay caballeros que acompañen a las damas en estos tiempos o qué?- El mutismo siguió llenando la cabina del auto. Poco más parecía que aquella pareja podría dar de sí para armar un buen guión de cine negro cuando el sonido de un teléfono irrumpió en escena. Ella abrió el bolso y extrajo un pequeño celular. Contestó lacónica y distante, un escueto ¿si? al que siguió un largo silencio... No hemos hablado aún de nuestra chica protagonista. Tendría unos treinta años y una belleza latina pero discreta. Ojos y tez oscura, pelo negro recogido en un moño improvisado. Ropa oscura y holgada. Voz dulce y tímida,... El taxi llegó al destino elegido y la mujer seguía al teléfono, escuchando, con la mirada perdida por los cristales codificados de agua de aquel auto que olía a limpiador de tapicerías. Hemos llegado, joven. Ella entonces colgó y le dijo que esperara. Volvería enseguida. Normalmente, el viejo taxista no hubiera aceptado. En una noche como esa y a las puertas del Depósito no estacionaría nunca su precioso coche, con quien llevaba muchos kilómetros e historias a las espaldas pero... aquella mujer, le pareció tan desvalida. Pensó que nunca más la vería, la verdad. Pensó que se había aprovechado de su buena voluntad y nada más. Manuel, que así se llamaba el taxista, engañado por una cría, como un pardillo... pensó divertido. Pero a los pocos minutos ella regresó. Le preguntó cuánto tenía que abonarle y volvió a desaparecer entre las cortinas de agua de aquella noche de agosto.
Manuel dio la vuelta y decidió irse a casa. Con la carrera que la chica le había pagado se había embolsado un buen montón de euros. Mientras pensaba en los kilómetros que separaban el Depósito del centro de la ciudad, se imaginó a la mujer haciendo los trámites en aquel edificio lúgubre y siniestro, firmando y firmando papeles, diciendo que sí, que reconocía su auto y pagando por fin las costas de arrastre y la multa. Nunca es un buen día para que la grúa se lleve tu coche, pensó, pero si hubiera cogido un taxi antes, no le habría pasado...

8 comentarios:

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  2. Hija, me encanta como escribes, aunque este relato me ha dejado con un montón de preguntas.

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  3. je, je,... gracias. Y lo bueno es que queden dudas ¿no?... quizá es que debería hacer relatos más largos y así plantear los finales más... desarrollados o quizá no...

    besotes, majos

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  4. o quizás, algún día, animarte y convertir alguno de tus relatos en una novela.

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  5. coñe, lo siento mucho... a ver si al menos te rinden los días libres y te da tiempo a descansar, besicos desde el zulo de Ranillas

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  6. Como lo prometido es deuda y no hay que dejar para mañana lo que se pueda hacer hoy, aquí se despide este improvisado corresponsal ; al final 18 medallas, que eran más o menos lo esperado, no se han conseguido algunas que parecían claras y sí otras por las que nadie apostaba, vamos lo que suele pasar normalmente, pero quiero hacer una mención especial para mi deporte, porque hoy un servidor cree haber visto el mejor partido de baloncesto de su vida ( y son unos cuantos ). Esta mañana he gritao, he vibrao y durante casi 2 horas he soñao. Para mí son oro ( de hecho la generación del 80 siempre serán los junior de oro )
    Bones vacances y buenas noches, que mañana madrugo.

    Pd: Qué tal el concierto expofans ? A mí Quique González no me ha convencido mucho, y además no ha tocado mis dos temas preferidos ( " de haberlo sabido" y "las calles de Madrid") claro que sin Rebeca Jiménez tampoco me hubieran gustado tanto, y M-Clan sí, marchosos y tocando todos sus éxitos ( a mí no me ha faltado ninguno ), muy bien,muy bien.

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  7. olé ese corresponsal olímpico, has hecho un resumen de medalla.

    Y mira a mi me gustó Quique González aunque me dejó lista para ir al sobre... zzz y cuando el amigo Tarkel empezó a hablar de H20... cogí las de Villadiego. Pero sonaban estupendo. saludos cordiales

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