lunes, 29 de diciembre de 2008

La poda

Cuando era muy niña solía acompañar a mi padre a podar. Él lo hacía en ratos libres, días libres más bien, para sacar algún dinero extra, entonces también había crisis, a ver si pensáis que es un invento nuevo. Podaba campos enormes, sobre todo de frutales, pero también había vides y rosales aunque, a mis ojos, solo eran árboles sin hojas, todos iguales, hileras e hileras de troncos y ramas despeinadas en los que la vista se perdía. Con la niebla y los días de cierzo, parecían sembrados de cadáveres, desafíantes, que me arañaban al pasar entre ellos. El hotel de "El Resplandor" no fue de día nunca tan tétrico, lo prometo.
Cada salida de poda podía durar horas, así que yo llevaba todos los entretenimientos posibles: cuadernos para colorear, libros, tebeos, cuadernos para escribir, estuches, gomas, puzzles magnéticos,... al cabo de media hora me aburría de todo. Fuera del coche hacía frío y dentro era imposible concentrarse para no rebasar la línea negra de los dibujos de Barrio Sésamo. Era algo solitario así que empecé a buscar mis propias aventuras. Al principio del primer invierno recuerdo que comencé a contar árboles. Me paseaba a grandes zancadas por esos anchos pasillos, mientras mi padre apenas se divisaba esforzándose con ramas enormes, subiendo y bajando de su escalera de poda. Uno, dos, tres, cuatro,... recuerdo que una vez me perdí justo antes de llegar a 500 y eso me dio mucha rabia. Tanta que, aterida, comencé a correr. El vaho de mi propia respiración me jaleaba para correr más y más rápido... Algo me pasó. Quizá fue el sonido de mis pisadas mezclado con las siluetas desafiantes de los frutales. Tropecé y caí y además me arañé la cara... Creo que la primera sorprendida en oírme gritar fui yo misma... Mi padre ni siquiera me oyó (era un campo enorme) y decidí que no iría sola jamás entre esos desconocidos. Estaba segura de que no estaban tan tiesos, ni eran tan inocentes como mi padre decía... Por un tiempo intenté reconciliarme con los árboles cercenados y seguía los pasos de mi padre (disimulando cuando él se volvía y me decía ¡vete al coche, hace frío!) con sus grandes tijeras y serrucho; Yo tenía una misión especial, pegar las ramas cortadas con un bote de pegamento imedio. Solo quería rehacer el daño para que esos árboles no me volvieran a hacer daño y tampoco a mi padre que llegaba a casa destrozado y lleno de magulladuras (sobre todo en los días de rosales...) Debió descubrirme y supongo que se reiría un rato en casa pero allí y muy serio me explicó que él no causaba dolor a los árboles, porque en invierno estaban secos y con su corte, en unos meses crecerían más sanos.
Hoy he pensado en la poda, algo que de pequeña odié bastante... sacrifiqué muchos inviernos viendo como mi padre sesgaba la madera y también como acaba dolorido, y muerto de frío la jornada, sin ganas de jugar después conmigo. Su tarea devolvía más vida a todos ellos aprovechando que estaban... dormidos. Si hubiera un podador de personas a lo mejor sería mi momento. Me quitaría algo de cerebro y mucho de corazón. Quizá también haría mi sonrisa más discreta y dejaría los ojos menos brillantes. La voz, más ronca y menos cálida. Y de las manos, quitaría la cualidad de acariciar.... Así, cuando llegase la primavera quizá volviesen con más esplendor los que ahora se han quedado inertes. A lo mejor una lobotomía sí es la solución. Dejadme que en la postdata nombre a Eduardo Manostijeras como mi podador-liberador de partes muertas... Soñar cuesta poco... (Clas, clas, cataclas)

8 comentarios:

  1. genial! evocador, tierno, conmovedor,trepidante, fantásticamente estructuradom, con ritmo, conclusión inesperada... no me he despegado del asiento. sé que es una vivencia personal, pero me parece que a nivel estilístico está inmejorablemente contado. siento ser tan prosaica.
    Desde el punto de vista emotivo-personal, me sorprende la capacidad de las personas para recordar. Recordar momentos y detalles aparentemente poco importantes, pero que con el tiempo se desvelan fundamentales en nuestra existencia. A veces, cuando no sabes de alguien en mucho tiempo o cuando lo pierdes para seimpre sólo consigues recordar de esa persona detalles así ... que parecen poco importantes. Se te olvida lo fundamental pero recuerdas exactamente si prefería los huevos fritos o revueltos o si te regaló una canica o la canción que cantaba cuando ordenaba armarios. Yo de mi abuelo recuerdo que era el que más despacio comía de todos en la cena de nochebuena y los dos nos quedábamos los últimos. Este año me he quedado sola por primera vez.
    ¿sabes hache? consigues sacar mi parte emocional, esa que se quedó muerta en el último invierno y por muchas primaveras que hayan pasado aún no ha vuelto a reverdecer. Gracias

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  2. Hache siempre despierta algo en nosotros. Tiene ese don. Y tantos otros... Hache, siempre Hache. Graciasss.

    fdc

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  3. Congratuleisions! Mientras lo leía pensaba en la adaptación cinematográfica. Tu padre llevaría una máscara de piel humana y una motosierra y tú serías la Winona Ryder de "Eduardo Manostijeras", jeje.
    No creo que necesites podarte, ni el cerebro ni el corazón. Bueno, sólo las puntas, eh? ;)
    David T

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  4. Yo estoy por una buena lobotomia... ya puestos.

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  5. Con la lobotomía perdería hasta los recuerdos como el que inspira este relato ( y perderíamos todos...) no, yo apostaría como mucho, por una pequeña,pequeña poda selectiva.

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  6. Pues yo como mucho apostaría por una exfoliación corporal. Aunque ya imagino que lo hará, porque su piel es suave y luminosa.
    Pero que no me toquen su alma...

    fdc

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  7. que nos poden todo lo negro del interior , lo crecido a destiempo en su no lugar , que arranquen sin dañar lo que incordia y molesta a todo aquello que es bueno que sea,que es bueno que crezca , aunque con el tiempo haya tambien de ser podado ; pero que dejen el corazon y el cerebro , que juntos forman el alman ,y sin un alma completa no se puede ser... y si no se puede ser ¿para que se quiere vivir?
    Querida amiga Hache , si hubiera un podador de personas deberias ser tú .

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  8. tomaaaaaaaaaaaaaa, de momento no creo que fuera buena idea darme unas tijericas de podar y carta blanca... pero lo pensaré... besos y abrazos

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