lunes, 22 de diciembre de 2008

Pasaba por aquí

Miro por la ventana mientras la niebla lo difumina todo. Pronto tendré que pisar ese suelo helado y ser una especie de escarabajo pelotero que rueda hacia su madriguera. Pero por ahora sigo oteando el juego de luces que crea la neblina. Los faros de los coches se me aparecen como neones de un olvidado tiovivo. Las farolas son astros lejanos, a años luz de la Tierra,... Al fondo unos adornos navideños parpadean leves... Levedad. Esa sería la definición de un día como éste. Todo flota y se disuelve en una blancura húmeda,... ¿todo? No. En horas como éstas mi imaginación se pierde definitivamente... Son horas de nubes bajas... Hace un segundo me encontré pendida de la farola astro y ahora mismo doy vueltas en la noria de un destartalado parque de atracciones... ¡Ay! Mente desdibujada... ¡De nada te servirá hoy encerrar bajo siete llaves los recuerdos de los días de sol! Ahí están, como un oasis-alucinación... Tendré que salir a pisar el frío pavimento para congelar los momentos prohibidos, esos que tientan sin cesar y amenazan con subir ponzoñosos hacia arriba, al centro a la izquierda... Me calaré la gorra y esconderé el menton en la larga bufanda gris. Es el único antídoto hoy.... y si no funciona quizá me disuelva también en la niebla...

1 comentario:

  1. no intentes apartar los recuerdos prohibidos. Lo más seguro es que no lo consigas. Guárdalos como un tesoro en una vieja caja de latón para los días de frío y niebla. que aunque tengas la nariz metida en la bufanda gris, en tu corazón seguirá brillando el sol.

    ResponderEliminar