sábado, 18 de abril de 2009

#Cuentocontigo: Amor zahorí

Era un sábado cualquiera. Nada hacía presagiar su desenlace. Todo empezó como suelen hacerlo las historias de terror, en la más absoluta normalidad. Brillaba el sol, las palomas seguían con su arrullo interminable, y la chica acababa de tender,... Salió a la compra, con su ipod, sus gafas de sol y el colgante del árbol que había encontrado la noche de antes en una calle del centro. Era un colgante perfecto. ¡Pensó que le traería suerte! 

Ya en el supermercado creyó que eran imaginaciones suyas pero el pecho le latía de una forma distinta, alienígena, como si el corazón fuera de otra persona y se estuviera haciendo hueco en la nueva caja torácica,... ¡Estoy de atar! pensó mientras echaba al carro unas manzanas. Pero con las bolsas y camino de casa algo la dejó perpleja. ¡El colgante se elevaba, levitaba! y se había situado ya a la altura de su nariz,... Se hubiera frotado los ojos de no ser por los kilos que tiraban de sus manos hacia el suelo, ¿hacia el suelo? ¡Las bolsas también se habían vuelto leves, ligeras, parecían globos de hidrógeno!... y no solo ascendían, también la arrastraban a toda velocidad por calles que no eran las suyas. La chica no podía hacer nada. Sus pies avanzaban autómatas por aceras nuevas, esquivaban a personas que no conocía, y casi volaba,... Solo podía llorar, y de forma increíble, las lágrimas también flotaban y le abrían camino entre el gentío. 

(Lo que la viejecita de aquel balcón vió era como un collar de perlas irisado seguido por bolsas repletas de comida y azorada, una muchacha muerta de miedo con un colgante árboreo que emitía destellos morse. ¡Pobre señora del balcón! ¡Pensó que era hora de ir a vivir con sus hijos! ¡Empezaba a ver visiones!...)

La chica pensó que iba a desmayarse pero, entonces, el misterio cesó. Debían haber pasado casi dos horas. Estaba exhausta y sentada en la marquesina de un autobús. Nadie más en la bancada. Alrededor, ruido de tráfico, voces lejanas, la noche estaba cayendo y unas gotas en el asfalto anunciaban tormenta. En unos segundo la cortina de agua lo borraría todo. Era un videoclip musical y ella la espectadora... El Ipod por cierto seguía sonando con la voz de Brian Molko versionando "Johny y Mary". Cuando la tromba de agua cesó, la persona a la que más ganas tenía de conocer en este mundo estaba justo enfrente, sonriendo,... Sin más. Se miraron y ambos lo supieron. Estaban hechos el uno para el otro. Se preguntarán ustedes por el colgante. ¡Esa valiosa varita zahorí fue abandonada en la marquesina del autobús! y nuestra pareja se encaminó hacia la casa de la chica, para secarse y ponerse ropa seca. Es lo que tiene el amor zahorí, cuando llega, cala hasta los huesos

PD: Para los que preguntáis por el colgante, creo que la marquesina dónde lo dejé era la de la línea 38 pero no estoy segura,...