jueves, 11 de junio de 2009

Deambulando /Cuerpo de primera mano II

Quedé con ella en el Parque Grande. En un banco en concreto. Llevaría un abrigo negro hasta los pies y pañuelo también negro en la cabeza, me dijo. Decidí acudir a la cita caminando. Necesitaba volver a repasar todas y cada una de las palabras de nuestra conversación. Cuanto más las revisaba, más convencida estaba de que aquella mujer nunca había sido feliz,... ¿Cómo sería? Por su voz al otro lado del teléfono la imaginé pasados los cincuenta, delgada, morena, de piel poco cuidada, color aceituna. No sé porque llegué a esa imagen de mi misteriosa cita... Recordé que Punset (me) dijo que cuando nacemos no nos entrenan para la vida, no nos explican que no seremos felices todo el tiempo, quizá haya momentos, muchos o pocos, pero solo momentos felices. ¿Eso le habría pasado a ella? ¿Por eso creía no haber vivido la vida lo suficiente?... A mí sí me educaron así, me dije, los Reyes Magos se fueron enseguida, los juguetes bonitos no entraban en casa, no salíamos de vacaciones, el ocio y la diversión eran un derroche imperdonable... E igualmente, mi espíritu se aferraba a esa búsqueda a ciegas de la felicidad. De la máxima que se pueda tener del tirón,...
Ya casi llegaba al banco de la cita y aún no sabía qué razón me había llevado a quedar con la misteriosa señora de los anuncios por palabras. Quizá fui más periodista que nunca, quizá pensé verme a mi misma en el futuro,... (continuará)

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