domingo, 13 de septiembre de 2009

Paseante dominical (duérmete niña)

Dicen que las horas de sueño que no duermes, no se recuperan. Quedan perdidas para siempre. Vengo a tirar por tierra esa ñoña teoría hecha por todos los insomnes del mundo roñosos, que odian a quiénes dormimos a pierna suelta. Perdí seis o siete horas el jueves pasado; dos el lunes; tres el martes; media hora el miércoles y el jueves hora y cuarto. Un sumatorio que daba miedo. No pensaba volver a ver esas horas, pero entre el viernes y el sábado las encontré y a la vez. Mi cuerpo aún me está dando las gracias por ese festín onírico. Y creedme: ¡soy una Hache nueva! Tengo energía extra, la piel más tersa, los ojos brillantes y luminosos,... ¿Qué? No. De recobrar el tiempo perdido, no hablo. Solo de horas de sueño desaparecidas. Esas vuelven. Si creéis que mientras dormía, perdía el tiempo, ¡también os equivocáis! En mis docenas de horas de ensueño he viajado, analizado, pensado, creado y, también, disfrutado más que en otras tantas despierta. Y ahora, si me disculpáis, las sábanas blancas me reclaman,... (Tranquilos, no me hacen falta príncipes para despertar, por desgracia tengo 3 despertadores) Mmm.

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