Dice el doctor que sí, que estoy enferma, que no es natural que no tenga ganas de escribir, ni de contar tonterías, ni de hacer planes fantásticos. Me ha dicho que vuelva a soñar, que me ponga camisetas de colores, que estrene vaqueros, que me tape los oídos para no escuchar necedades, que me mire más al espejo porque se me está olvidando mi cara. Dice el doctor que así, en unos días, me sentiré mejor. Me ha recetado vitaminas de sol y que deje de respirar malos humos. Me ha citado para la semana que viene. Tengo que llevarle canciones y libros nuevos, y si no me esfuerzo se pondrá severo, ha dicho. Mi doctor me ha pedido que le mirara fíjamente a los ojos mientras me decía todo esto y me ha dicho que nunca había visto unos ojos como los míos. "Ojos que miran hacia dentro son los que tú tienes, y de esos quedan pocos así que, si no los cuidas, tendré que internarte por tiempo indefinido". No se preocupe, doctor, yo los cuido, yo los cuido,... Y caminando hacia atrás mientras le hablaba he salido de su consulta y me he subido a la torre más alta en busca de vitaminas de sol. No me vendría mal que me ayudárais con las canciones y los libros para que me cure antes.
