domingo, 21 de noviembre de 2010

Paseante dominical (cuando nieva)

Primero exclamamos un ¡oooooooooooooooooh! y luego enmudecemos. Curioso poder el de los copos de nieve. Nos hipnotizan, nos cautivan. El paisaje más trivial se convierte en postal, en escena de cuento,... Y salir a su encuentro es como viajar a la Luna. Parecemos astronautas bajo los enormes abrigos, gorros, bufandas, guantes,...Todo un enigma qué pasará entre pisada y pisada. Todo luce especial cuando nieva. Que alguien agite la bola del mundo, necesitamos más magia blanca para arreglar este desaguisado.

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