Si mi jefe se entera no dudará en despedirme. Enamorarse de un cliente está totalmente prohibido, pero no he podido evitarlo. Se llama Joe y viene a diario al pub. Siempre se sienta en mi lado de la barra y pide una jarra de cerveza tras otra. Llevo años trabajando de camarera pero nunca había visto a nadie beber como Joe. Es todo un rito como empuña la jarra, la acerca hasta su boca y la saborea despacio, mirando como el líquido desaparece. Ya nadie bebe así. Miran al techo, a mis pechos, a las otras mujeres, pero nunca dentro de su jarra. Por eso hoy estoy decidida a declararme. -Silvia, ¿puedes ponerme otra? ¡Es Joe! ¡Es el momento! Lleno su jarra y se la sirvo. En el posavasos he escrito “te quiero” y mi número de teléfono. Estoy nerviosa pero no quito ojo a sus movimientos. Acaba de agarrarla y mi posavasos ya se eleva hacia sus ojos. Detrás de la barra cruzo los dedos y deseo que Joe se la beba de un trago.
Este relato ganaría cualquier concurso. ¡Muy bueno!
ResponderEliminarSimple mente
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