jueves, 16 de diciembre de 2010

Mensaje en una jarra

Si mi jefe se entera no dudará en despedirme. Enamorarse de un cliente está totalmente prohibido, pero no he podido evitarlo. Se llama Joe y viene a diario al pub. Siempre se sienta en mi lado de la barra y pide una jarra de cerveza tras otra. Llevo años trabajando de camarera pero nunca había visto a nadie beber como Joe. Es todo un rito como empuña la jarra, la acerca hasta su boca y la saborea despacio, mirando como el líquido desaparece. Ya nadie bebe así. Miran al techo, a mis pechos, a las otras mujeres, pero nunca dentro de su jarra. Por eso hoy estoy decidida a declararme. -Silvia, ¿puedes ponerme otra? ¡Es Joe! ¡Es el momento! Lleno su jarra y se la sirvo. En el posavasos he escrito “te quiero” y mi número de teléfono. Estoy nerviosa pero no quito ojo a sus movimientos. Acaba de agarrarla y mi posavasos ya se eleva hacia sus ojos. Detrás de la barra cruzo los dedos y deseo que Joe se la beba de un trago.

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