martes, 26 de abril de 2011

Lucha

Vivir es luchar, todos los días, aunque tu trabajo sea sexar pollos, o poner etiquetas iguales a productos iguales.

Vivir es luchar para que cada martes no sea igual al siguiente, para contar hasta diez aunque no puedas pasar del tres y aprender a entonar Om cada una de las veces en las que querrías mandar a todos muy, muy lejos.

Vivir es mantener la sonrisa a la señora del autobús aunque te mueras de ganas de llorar y meter la cabeza en un agujero para que tus pensamientos más oscuros viajen al centro de la Tierra.

Vivir es ver pasar días en el calendario, ver tu piel marchitarse, tus carnes volverse flácidas, el cabello blanco, el dolor del pecho más presente, perder brillo en los ojos y sentirse bien justo por eso.

Vivir es esperar que pasen muchas cosas buenas mientras afrontas las malas.

Vivir es acortar la vida de tus mayores, y por eso mismo es morir un poco cada día.

Vivir es luchar, quizá sólo contra uno mismo. Quizá contra todo y contra todos.

Vivir y morir son lo mismo si dejas de luchar.

Hoy, la verdad, he perdido el combate.