martes, 2 de agosto de 2011

Columnista

Publicada en Diario de Teruel. Contraportada. 2 de agosto de 2011
(Espero que os guste)

Soy de pueblo

Hoy a todos se nos hace la boca agua cuando comemos pan de pueblo o tomates recién cogidos del huerto. Antes, y no hace tanto, lo que venía del pueblo era poco moderno, basto, demasiado humilde. Si eras de pueblo, mejor ocultarlo. Yo nunca lo he hecho. Recuerdo que otra estudiante de primero de periodismo no quiso mantener amistad conmigo, aunque éramos las únicas aragonesas en el aula de aquella gran ciudad, porque solo le interesaba conocer a gente del centro. Me reí entonces y me río ahora. Dicen los mayores que la vida da muchas vueltas. ¡Vivir para ver! Poco después ella se hipotecó en un unifamiliar del extrarradio, casualmente en mi pueblo. Como ella, fueron miles los urbanitas aragoneses que decidieron buscar la tranquilidad y criar a sus hijos en un entorno amable, donde los vecinos se conocen, para bien o para mal, y por la noche solo se oye a los grillos. Ahora, cuando las fábricas cierran, y no se necesitan albañiles; cuando el paro avanza y los jóvenes no entienden nada, muchos están volviendo a los orígenes. La vida en los pueblos es más barata. Menos estresante. Pueden empezar de cero o casi. En pequeñas oleadas empiezan a reabrir las viejas casas y a plantar tomates en los huertos. Le llaman la nueva ruralidad. Tal vez deberían llamarlo el nuevo sentido común.

2 comentarios:

  1. O volver a aquel sentido común. Sí, regresar al pueblo es un acierto o, mejor dicho, habernos olvidado de él fue un gran error. Yo nunca he entendido eso de que por ser de pueblo es peor. Siempre he considerado mejor la vida en el pueblo. Muy buen artículo, mi enhorabuena.

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  2. Gracias, Marcos. No pude ir a tu presentación, ¿cómo fue todo? Te deseo mucho éxito!!!

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