viernes, 25 de mayo de 2012

Voy al médico...

...y no es algo habitual. Tal vez, cada dos años, o puede que tres. No me gustan las consultas de médico. Ni las batas de médico. Ni sus libretitas apaisadas, ni sus preguntas tipo, ni el olor, ni el color de las paredes, ni las caras de las personas que esperan... ¡Qué le voy a hacer!, ir al médico me pone enferma. Así que trato de visitarlos poco o nada. Pero volvamos al asunto porque hoy voy al médico. Cojo una bicicleta para llegar puntual y a cada pedalada pienso cómo voy a explicarle qué me duele y describirlo. Es díficil hablar de dolor, y más con un especialista en dolores ajenos. Creo que debería aprovechar la visita, así que repaso mentalmente mi lista de males. ¿Algo más que necesite arreglo? Los pies a veces,... mala circulación,... se me cae mucho el pelo,... a veces el corazón se eleva a la cabeza y quiere salir volando... Sopeso que la  lista no es demasiado preocupante. Aparco la bicicleta y entro a la consulta. Solo son cinco minutos, me digo...

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