jueves, 9 de mayo de 2013

Día sin escuela

No tengo hijos, ni soy profesora, así que por desgracia no tengo contacto directo con la escuela. Y digo por desgracia, porque considero un privilegio formar parte de la vida educativa. Una escuela, ¡qué lugar más maravilloso! Un rincón en el mundo en el que los niños y niñas aprenden, abren su mente, comparten, se relacionan, juegan, forjan se futuro y se maravillan de tantas y tantas cosas. Siempre he estudiado en centros públicos. Tal vez mis padres podrían haber hecho un gran esfuerzo para llevarme a 'la privada', esa que siempre se ha vendido mejor, pero ni yo ni ellos quisimos. Soy fruto de la educación pública y eso me llena de orgullo. Mi primera escuela estaba en mi pueblo. Eramos pocos alumnos, pero suficientes. Todos en el mismo aula. Mientras los mayores daban matemáticas, los pequeños repasábamos el dictado. Mientras nosotros descubríamos los nombres de los ríos, los del curso siguiente conocían a Cervantes o Ana Mª Matute. Después tuve que ir al pueblo de al lado porque en el mío éramos muy pocos. Y más tarde, en ruta al instituto. Recuerdo con cariño a Daniel, a Nieves, a Rafael, a José Manuel, a Vicente, a Benito, a Iluminada, a... decenas de maestros y maestras que me ayudaron a ser quién hoy soy. Y se dejaban la piel, como los maestros de ahora. Quién diga lo contrario, se las verá conmigo.
Por eso y por mucho más, defiendo la enseñanza pública, universal, digna y para todos. Por eso, hoy también he estado en la huelga. Aunque no tenga hijos ni sea profesora, me siento parte implicada y  no quiero que en mi región y en mi país nadie pierda los derechos de los que yo he tenido la suerte de disfrutar. Si eres padre, madre, educador o alumno, cuenta conmigo. En esta lucha somos muchos más.

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