jueves, 30 de enero de 2014

Espejito,espejito

Hacía frío y esperé dentro del portal. Me distraje mirando la calle, a través de las puertas de cristal del edificio. Para los viandantes, yo era invisible, pero todos parecían buscarme a través del gran espejo-puerta. No, no me buscaban a mí. Solo su reflejo. Las chicas se retocaban el pelo, se humedecían los labios, sonreían coquetas; los señores metían barriga, caminaban más tiesos; las madres se arreglaban la falda, tapaban parte del cuerpo con enormes bolsos; los niños creían encontrar un compañero de juegos, aporreaban la hoja cristalina y allí no había nadie. Solo yo. Yo, al otro lado. Yo, sin mi reflejo, sin noticias del paso del tiempo. Un yo que no necesita encontrarse ni perderse en los reflejos.