martes, 20 de enero de 2015

Querido Diario: Día 19

Si mis cálculos no fallan, hoy Marta nos contará si ha podido hablar con la tal Ana López-Gómez Huecha y a ver si me entero de una vez de cómo desapareció su hermano,... ¡Esto es un sin vivir!

Día 19
Ana López-Gómez Huecha ha perdido a su marido. ¡Esto ya me parece demasiado! Además, tiene un niño pequeño, acaba de cumplir 2 años. La desaparición fue quince días antes que la de mi hermano. Recibió la misma oferta falsa de trabajo, acudió a la falsa entrevista y no lo ha visto desde entonces. También recibió una carta en la que le decían que si llamaba a la policía habría consecuencias. En su caso, los muy sinvergüenzas la amenazaron con no volver a ver a su hijo. Mientras me lo cuenta, el pequeñín, que se llama Pedro como el padre, intenta que juguemos con él. ¡Qué guapo es! He estado con ellos en el Parque Grande José Antonio Labordeta, en el jardín botánico.  Nos ha parecido un lugar seguro (adjunto MAPA), junto a la palmera mexicana. De ahí fuimos hasta la Rosaleda. Allí encontramos un banco discreto y hablamos de todo lo que no podíamos hablar con otra persona más en el mundo. Se sorprendió de mi valentía, de cómo la había encontrado, y de que siguiera todavía en la ciudad y no me hubiera asustado tras ver mi esquela en el Heraldo de Aragón. Ella no había hecho nada. No sabía qué hacer. Salió de su pueblo andaluz con engaños para no asustar a sus padres ni a sus suegros. Les dije que estábamos con Pedro, que trabajaba en un lugar sin acceso al teléfono, que yo les llamaría. Les miento cada día desde hace tres meses, Marta. ¡No puedo seguir mintiendo más y se me acaban los recursos para mantenernos! He empezado a ir a comedores sociales, y a pedir ropa, porque no tengo mucho dinero, y si lo pido a mi familia, sabrán que está pasando algo...

Me sentí afortunada. Yo tenía una beca muy pequeña de la Universidad, pero servía para comer y pagar la habitación. Ella, había venido con una mano delante y otra detrás.

Me conmovió mucho saber que había ido a buscar a su marido en lugares que ellos visitaron años atrás, en un viaje de fin de semana cuando eran novios. 

-He estado recorriendo el Monasterio de Piedra, me dijo. ¿No has estado allí?

Le dije que no y me recomendó que viera este ENLACE

Llámame tonta, pero pensé que podía esperarme allí, fue un lugar mágico para los dos, ¿sabes? Creí que nos encontraríamos y nos iríamos a casa. Pero pasé todo el día. Hasta el cierre a las 18:00 allí, mirando y caminando, muerta de frío, con el peque cansado, y preguntando como siempre por su papi.. ¡Esto es muy duro, Marta! 

Su marido también era científico, ¡como mi hermano!, y al quedarse en paro, vio aquel anuncio en prensa y fue a la entrevista. Le pregunté si tenía algo que su marido le diera para guardar, o si le avisó de que podía pasarle algo, pero no lograba recordar nada de eso.

-Ana, ahora no estás sola. Te vigilan, saben dónde te alojas y que estás sola. Tenemos que hacernos invisibles, y trabajar en equipo. Mi madre está aquí. Puede cuidar de Pedro y tengo amigos... ¡Vamos a por ellos! 

Ana derramó unas cuántas lágrimas, de alegría, dijo y me abrazó con mucha fuerza. Entre sollozos oí que me daba las gracias y decía que sí, ¡vamos a por ellos!

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