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viernes, 11 de diciembre de 2020

MI RELATO PRESENTADO EN MEXICO


Soñar es gratis y permite realizar lo irrealizable, pero en ocasiones los sueños se cumplen y mi relato "Pasos en la azotea" inspirado durante el confinamiento por las charlas on-line con Rosa Montero, ha sido de nuevo publicado en una antología titulada: "Labios rojos, chocolate y una rosa" que reúne las 30 obras seleccionadas por un jurado profesional de Mexico gracias al impulso de Maru San Martín.

El libro se presentó virtualmente ayer (10 de diciembre, 19:00h hora española) en la I Feria nacional de  escritoras mexicanas (FENALEM). A partir del minuto 42 está mi intervención. 

Gracias, seguiremos soñando (no, dormidas)

jueves, 23 de abril de 2020

#Cuentocontigo. Especial SAN JORGE 2020

El misterio de las rosquillas
Ganador del XVI Concurso de relatos Fernando Lalana del Casco Histórico de Zaragoza


¿Han visto alguna vez amanecer en el Barrio del Gancho? Pocos lugares de Zaragoza se desperezan con tanta belleza, se lo aseguro. De arriba abajo, como se viste una novia, el sol parpadea en cada azulejo de la Torre de San Pablo. Un juego de luces en Morse se desliza hacia el empedrado de la calle Predicadores y se posa en los collares de los primeros perros que sacan de paseo a sus dueños. Desde que me mudé al barrio, asisto cada mañana en primera fila a este espectáculo, casi mágico, que ilumina cada rincón de estas calles como si fuera su primer día en el mundo.

La mágica quietud se rompe también con la misma puntualidad, cada día, a la misma hora. La culpable no es otra que Doña Leonor, que levanta, no sin dificultades y unos cuantos juramentos, la persiana de su quiosco. Sin embargo, esta mañana el sol ya está en el centro del cielo y la quiosquera aún no ha aparecido. Los periódicos yacen apilados en un lateral, sin nadie que los lea. Cuando bajo a la calle poco después, descubro extrañada que el quiosco sigue cerrado; y no soy la única, otros vecinos se han acercado y comentan que nunca, en no sé cuantos años, habían madrugado más que Doña Leonor.

domingo, 19 de abril de 2020

#Cuentocontigo. Princesa frustada

Siempre quería ser la princesa del cuento, pero por su carita de gato siempre la elegían para hacer de animalito. En sus diez años en el colegio fue ardilla, perro, oso, dragón pequeño, gato parlanchín, medio elefante, burro Platero, koala y langostino. La princesa siempre vestía de rosa, brillaba en el escenario, bailaba y todos decían.... ¡Oh, qué hermosa es! En cambio, ni de ardilla, ni de koala y menos de langostino ella consiguió despertar la emoción del público. Tal vez por eso, con quince años dejó de creer en cuentos de hadas y se dedicó a cuidar de todos los animalillos que encontraba. Perros abandonados, pajarillos que caían del nido, gatos hambrientos,... y hasta sapos, a los que por supuesto, nunca besó.

jueves, 9 de abril de 2020

Rosa Montero lee mi cuento

 ¡Aún no puedo creer lo que me ha pasado hoy! 
La vida a veces nos regala momentos maravillosos y únicos porque sí. Muchísimas gracias, Rosa Montero, ¡no sabes lo feliz que me has hecho! ;)

domingo, 5 de abril de 2020

Un cuento contado por Marissa Nolla

Maravilloso regalo de la actriz Marissa Nolla, que pone voz y corazón a Abdul.

Así suena un cuento con corazón ❤️

miércoles, 1 de abril de 2020

#Cuentocontigo: ¿Qué quieres ser de mayor?

¿Arquitecta de castillos en el aire
Pintora de días soleados
Escultora de abrazos
Artesana de hacer cosquillas
Descubridora de estrellas fugaces
Adiestradora de pasos de baile
Ingeniera de arcoiris
Periodista de buenas noticias
Cuentacuentos para gatos y perros

Peluquera de campos de lavanda?

viernes, 27 de marzo de 2020

#Cuarentecuento: Bote de garbanzos


#Confinamiento1
Ana. Soltera. 32 años. Sin gato ni perro. Sin relación sentimental estable (ni inestable). Amigos virtuales, unos cuantos; de carne y hueso, uno en la otra punta del mundo. Definida como "workaholic" en inglés; en español, adicta al trabajo. Trabaja desde casa (antes del Estado de Alarma, también). Una vez etiquetada la personalidad de Ana, os cuento que en estos días de confinamiento ha decidido aprovisionarse y llenar su... le llama despensa, pero solo es la parte de abajo de un armario de cocina. Lo habitual en su "despensa" es encontrar un par de sopas de sobre (caducadas), alguna lata exótica, y con exótica nos referimos a leche de coco, o fabada asturiana light (no se distingue bien la fecha recomendada de consumo) y medio saquete de sal mal cerrado. Ana, ha decidido ser responsable y dar a ese pequeño reducto de su cocina la dimensión de almacén de productos de primera necesidad que el confinamiento merece. 

domingo, 8 de diciembre de 2019

#Cuentocontigo: Beso por si acaso


No tienen WhatsApp, ni Facebook, ni Instagram. Nunca se han mandado un SMS, ni saben qué es Twitter. Sin embargo, su historia es hoy trending topic mundial con el #hashtag #besoporsiacaso. Durante toda la mañana y parte de la tarde, televisiones y fotógrafos les persiguen por el barrio y les piden una y otra vez que se besen. A primera hora de la mañana, supongo que les habrá parecido una novedad simpática pero horas después, empiezan a sentirse perseguidos y acosados.

Y todo porque este hombre y esta mujer, mis vecinos, se dan un beso cada vez que se separan. Y no es que sus destinos vivan eternamente a caballo de la distancia. Su máxima separación, creedme, tiene una dimensiones espacio temporales de dos calles y 30 minutos, lo que puede costar comprar el pan y la carne, o cortarse el pelo el uno sin el otro. "Nunca más de media hora sin vernos, así ha sido siempre entre nosotros" pero antes y después de separarse, siempre, uno u otra o ambos dicen eso de dame un #besoporsiacaso.

miércoles, 11 de septiembre de 2019

#Cuentocontigo: 12 de septiembre

Como cada mañana arrancó la hoja del calendario del día anterior, ante sí aquel 12 de septiembre resultaba una fecha familiar. Mientras trajinaba con la cafetera y ponía la mesa para el desayuno descartó que ese 12 de septiembre fuera el cumpleaños de alguna amiga o que tuviera cita médica. Al pensar en los médicos recordó que debía tomarse la pastilla de los días pares y a continuación vertió el café recién hecho en las dos tazas y lo blanqueó con la medida exacta de leche. Esperó a que su marido se levantase, dando vueltas con la cuchara al humeante café con leche, y ese día 12 de septiembre arañando sus recuerdos. El sonido de su marido bajando la escalera y su cara al entrar a la cocina la impulsó a decirle: ¡felicidades! ¡50 años ya! A él, con el sueño todavía pegado a los ojos, se le escapó una lágrima furtiva y le dio un rápido beso en los labios. 
-Pensaba que no te acordarías. No te he comprado nada... 
Pero ella no le escuchó, buscaba la cafetera que, por alguna extraña razón, no estaba en el armario de siempre.

martes, 27 de agosto de 2019

#Cuentocontigo: Concierto en el patio de luces


Tres toques secos, mecánicos, dieron paso al inicio de la sinfonía. Los metales salieron a escena con su nervioso y trepidante ir y venir, acelerándonos el pulso. Cuando  parecía que dentro del pecho el corazón nos iba a estallar acompasado por el veloz golpeteo de metal sobre cerámica, un pequeño silencio nos acongojó. Fueron apenas dos segundos pero enseguida, para nuestro alivio, la música volvió a nuestro patio de luces. Un suave chisporroteo, continuo y vibrante, invitó a los vecinos que aguantábamos la canícula en la ciudad desierta a asomarnos al patio. Ese alegre crepitar bien pudiera ser un spa para nuestros oídos, o el recuerdo de una lejana cascada de otro tiempo. Poco después resonó la percusión. Un solo golpe, seco y  compacto, al que siguió el mutismo y después, rodeada de toda nuestra expectación, llegó atronadora la voz del vecino del 5º y barítono de nuestro concierto de patio de luces que exclamó a todo pulmón: "Ya está la tortilla, a cenar" 

sábado, 8 de junio de 2019

#Cuentocontigo: 74 pasos


74 pasos separan tu casa y la mía, con una carretera por medio. 74 pasos que antes eran un suspiro y ahora un abismo. Los conté cuando tenía que ir a buscarte para desandarlos juntos después y llegar a tiempo al colegio. Tu madre y la mía llegaron a ese acuerdo. Yo tenía dos años más que tú y aquel encargo, no te voy a engañar, al principio fue todo un engorro, y tú una niña pelma. Me exigías que te diera la mano para cruzar la carretera, por la que apenas pasaban coches, y tenía que caminar despacio o te ponías a llorar a todo pulmón, después te chivabas y a mí me castigaban. Eras una niña odiosa. Tu familia tenía la única tienda del barrio. Vendían de todo y fiaban cuando algún vecino no llegaba a fin de mes. Entre aquellos malos pagadores estaban mis padres, y para agradecérselo me ofrecieron como tu niñera, para gozo y escarnio de todos los compañeros de mi clase. Ahora mataría por cogerte la mano, y llevarte en volandas donde quisieras. Ahora que ni tu casa puedo ver tras el humo de los coches, solo puedo odiarme y odiar esta maldita autovía que nos ha partido en dos. Te juro niña que voy a aprender a construir puentes, y el primero tendrá exactamente 74 pasos, los que separan tu mano y la mía.

domingo, 31 de diciembre de 2017

Paseante dominical #Cuentocontigo: Periodista de guardia

Esta nueva historia hacía meses que dormía en un cajón. Qué mejor manera de dar la bienvenida a un nuevo año que proponerme continuarla, ésta y muchas otras. ¡Espero que os guste!


PERIODISTA DE GUARDIA

Es 24 de diciembre, casi medianoche y estoy completamente sola en la redacción, por cuarto año consecutivo. Solteros o casados sin hijos siempre hemos sido los candidatos ideales para trabajar en Navidad pero esta vez todos querían ponerse en mi lugar. ¡Cómo si los increíbles acontecimientos del año pasado fueran a repetirse! Hay momentos que sólo pasan una vez una vez en la vida.


Capítulo 1. HACE UN AÑO

En una noche como ésta no hay mucho trabajo. Lo habitual es hacer una ronda telefónica a Policía Local y Guardia Civil cada hora para interesarse por los percances domésticos navideños: cortes con el cuchillo jamonero, indigestiones y vecinos ruidosos. Una jornada laboral tranquila y no muy bien pagada que termina a las 6:30 de la mañana. ¿He dicho que suele ser una jornada tranquila? Hace exactamente doce meses, en la soledad de la emisora vacía, el sonido del teléfono me dio un susto de muerte. Era Salcedo, el cabo de la Guardia Civil. Quería avisarme de que la noche se había complicado: tres menores habían desaparecido, para más INRI un camión de cerdos había sido saboteado y los marranos corrían a sus anchas por las calles.


-¿Qué edades tienes los chicos? ¿Hay relación entre ellos?... El cabo me cortó antes de que pudiera seguir con el interrogatorio.


-Olga, son menores, no puedo facilitar aún más información, solo quería que estuvieras al tanto. Cuando sepa algo más te avisaré.

-Bueno, Salcedo, pues dígame algo más de los cerdos, ¿de cuántos estamos hablando? ¿Alguna incidencia de tráfico? ¿Podría tratarse de un robo frustrado?

El cabo fue lacónico y se despidió con prisa, así que decidí investigar por mi cuenta. Había dos empresas de cerdos en la ciudad, no podía ser tan difícil contrastar con ellos el incidente. El teléfono volvió a sonar para mi alarma pocos segundos después. Esta vez no era la Guardia Civil, sino una madre aterrorizada que me pidió ayuda para encontrar a su hijo desaparecido.

-Si pudiera anunciarlo en la radio, seguro que alguien le ha visto, tiene solo 8 años, lleva el pijama y zapatillas, ha huido por la ventana, vivimos en un primero ¿sabe? He ido a arroparle para asegurarme de que dormía y había una almohada en su lugar, ¡pero si solo es un crío!, ¿Dónde ha visto esas cosas?

La mujer describió sus ropas y dijo desconocer si era una fuga en solitario o había más niños implicados. Seguía hablando con ella cuando otro teléfono de redacción comenzó a sonar. Le pedí que no colgara y corrí a atenderlo. Increíble. El dueño del camión de cerdos llamaba para pedir la colaboración ciudadana y recuperar sus marranos. Apunté su teléfono y volví con la madre. Había colgado. Faltaban menos de 10 minutos para el boletín de medianoche y de repente tenía más información de la que podía contrastar. ¡Y yo que creía que iba a ser una noche aburrida! Redacté lo que tenía y me encaminé al estudio para la emisión en directo. Otro teléfono volvió a sonar, ¡esto era demasiado! Ojalá fuera Salcedo y tuviera buenas noticia. Efectivamente era el cabo, pero las noticias eran poco tranquilizadoras En casa de uno de los niños había un mensaje reivindicando el secuestro. Una organización denominada LIBERAD INOCENTES se hacía responsable. La nota impresa tenía alguna falta de ortografía, como si hubiera sido escrita por una persona extranjera aseguraba Salcedo.

-¿El niño se llama Sergio? Me ha llamado su madre, quiere que lo anuncie en la radio. Está muy preocupada y…

-Olga, te ruego que no lo difundas. Podemos dar pistas a los posibles captores. No sabemos a qué o quiénes nos enfrentamos. Danos tiempo. Por cierto, además de los cerdos ha habido otro incidente. Han robado los bogavantes de una marisquería. Diez ejemplares que iban para las comidas de Navidad. No tenemos tiempo ahora de revisar las cámaras de seguridad. En cuanto resolvamos el tema de los críos, te cuento más. Buenas noches.

A dos minutos del boletín informativo y una servidora tenía la cabeza en blanco. Una madre pedía mi ayuda, pero la Guardia Civil me rogaba que no informara. Solo podía hablar de cerdos liberados y bogavantes desaparecidos. Al terminar la emisión haría una investigación de campo. Esos niños me necesitaban…

martes, 1 de agosto de 2017

#Cuentocontigo. Extrema gravedad

Los árboles perdieron todas sus hojas, incluso los perennes. Las calles alfombradas de verde atrajeron a cientos de curiosos con sus cámaras fotográficas y a algún que otro botánico preocupado: "da la sensación que incluso las ramas quieren tocar el suelo" Así dieron comienzo las primeras horas de la Extrema Gravedad, un fenómeno global que continuó en los días sucesivos con un calor abrasador, y una enorme dificultad de niños y mayores para caminar, o mantener el cuerpo erguido. Hubo quién habló de una involución de la especie, del "homo sapiens" al "austrolopithecus" y los tertulianos de televisión presentaban las más disparatadas teorías sobre lo acontecido, causando una alarma general y los titulares más virales de los últimos decenios. Días después, del cielo, lejos de llegar la tan esperada lluvia, manaron cajas de aire acondicionado, macetas y antenas parabólicas, una tras otra. Horas después cayeron aviones y satélites. Ya no servían los móviles, ni los televisores, ni los tertulianos de ningún tipo. Nada parecía aguantarse enhiesto y sucumbía como imantado al influjo del suelo. Brigadas de limpiadores, ataviados con uniformes de guerra pugnaban por mover de la calzada los grandes bloques de desechos, sin resultado. Las autoridades, incapaces de reconducir la situación, declararon el estado de Extrema Gravedad sobre la Tierra, y huyeron de un lugar al que denominaron 'incompatible con la vida'. Los más acaudalados fletaron cohetes espaciales en busca de un sitio nuevo, sin fuerza gravitatoria alguna, en el que volver a construir sus rascacielos. Mientras tanto, en el globo terráqueo, los humanos supervivientes reptaban entre chatarra y hormigón, con la cabeza pegada al suelo, atentos al momento oportuno para levantar un mundo nuevo. 

viernes, 24 de junio de 2016

#Cuentocontigo. Los López

Aquel domingo fue a curiosear al pequeño rastro de los coleccionistas. No  buscaba nada en concreto. Entre todos los cachivaches le llamó atención una pequeña caja metálica, casi descolorida, en la que se leía su mismo apellido. Aunque apellidarse López no era un hecho exótico, le pareció que aquella cajita era especial. 

La colocó junto a su colección de discos antiguos y libros de viejo y la mostró orgulloso a su mujer, que por curiosidad innata la abrió. Un buen puñado de fotos en blanco y negro con relieve dentado cayeron al parqué. Algunas fotografías tenían detrás una dedicatoria con fecha; otras solamente un nombre, su mismo nombre: Luis López. 


El otro Luis pasó ante sus ojos siendo un crío de pecho ante la pila bautismal; sobre una bicicleta; jugando con varios perros; vestido de militar; el día de su boda; con un hijo pequeño en brazos; al volante de un seiscientos; con más hijos en brazos; junto a una calabaza de 20 kilos; celebrando la Nochevieja; en la boda de su hijo; posando junto a dos nietos y sentado al sol con una manta y una gran sonrisa. 

Todos los Luis López en blanco y negro volvieron a la caja metálica, junto a los libros y los discos y aquel domingo la mujer curiosa anunció a su marido que un nuevo Luis López venía en camino. 

lunes, 11 de enero de 2016

#Cuentocontigo: Cogidos de la mano


Aquella era la primera vez que soltaba su mano.
Fue un instante.
Él la soltó y buscó en el bolsillo del abrigo.
Rozó la pequeña caja con los dedos.
Dentro estaba el anillo.
Era una esmeralda, del color de sus ojos.
¡Qué bella estaba ese día!
Recuerda su larga melena despeinada en aquel día de invierno.
¡Y sus ojos!.. aquellos preciosos ojos verdes.
Ella reclamó de nuevo su mano.
¡Nunca antes la había soltado!
Él se arrodilló y a ella se la llevó el viento...

martes, 5 de enero de 2016

Noche sin cuentos

Curiosamente esta es una noche de pocos cuentos. Los niños quieren dormirse rápido para que se haga de día mucho antes y por una vez se meten solos en sus camas, y se arropan. 

Sus padres no saben qué hacer con el cuento que les tocaba leer esta noche y pasean por el salón, con el libro entre las manos, perdidos, sin niños a los que decirles: Érase una vez. Ellos son mayores, y tampoco esta noche están para cuentos, la vida no es como en esos libros con dibujos, se dicen, y también se van pronto a dormir. Sin embargo, no logran conciliar el sueño. No dejan de escuchar ruidos en la casa. Solo se levantan una vez, para comprobar que los niños duermen y vuelven rápido a sus camas. Siguen los ruidos, crujidos extraños, parecen pisadas, ¿o acaso es el viento? Durante horas siguen con los ojos abiertos y dan muchas vueltas, pero el sueño no llega. Son mayores y aunque no han escrito cartas también querrían que al despertar los Magos se hubieran acordado de ellos, y así poder dormir a pierna suelta el resto del año. 

Esta noche no es de muchos cuentos, pero todos esperan que tenga final feliz.

Feliz Noche, soñadores

martes, 21 de julio de 2015

#Cuentocontigo: La frigoniña


Ana aún no ha cumplido los cinco años pero tiene claro que si esto es el verano, ¡no le gusta! No puede evitar que las gotas de sudor surquen su pequeño cuerpo, el ventilador del salón ni siquiera la despeina y mamá y papá están demasiado ocupados para llevarla al norte. Sí, al norte. Ha oído que allí nunca hace calor, y encontrarlo es muy fácil, está en la parte de arriba de todos los mapas. Así que al menor despiste de la madre que hoy está con ella en casa, Ana trata de abrir la puerta del piso y caminar de puntillas para huir de ese verano que la está ahogando. Sin embargo, sus planes de fuga hasta ahora siempre han sido desbaratados por su madre, que con indulgencia trata de convencerla de que se quedé quieta frente al televisor y duerma la siesta, como el resto de niñas. Ana se hace la dormida, pero a la mínima oportunidad volverá a intentar la escapada. Sabe dónde está el norte, lo ha buscado en un mapa y no está muy lejos. Según sus cálculos solo tiene que llegar hasta el puente romano a las afueras del pueblo. No ha pensado que hará al llegar allí, pero en el norte hace frío, así que tendrá que llevarse el abrigo de invierno y galletas, muchas galletas. Su madre ha vuelto a descubrir sus intenciones pero tampoco se ha enfadado. Le dice que tiene algo para ella y al abrir la nevera la premia con un granizado de limón, que sabe que le chifla.

Ana que ya tiene edad para saber muchas cosas y leer los mapas, no entiende cómo ha llegado ese helado a la nevera de casa. ¿Ha estado ahí todo el tiempo?

-Mamá, ¿ si dejas la nevera abierta se acabará el verano? le pregunta ojiplática

-No, hija. Al contrario, el verano entraría en la nevera, todo estaría caliente y olería mal. La nevera tiene que estar bien cerrada y abrirse lo menos posible.

Ana desde luego no quiere oler mal. Ella prefiere oler y saber a granizado de limón así que cuando su madre se despiste no intentará salir por la puerta de casa, solo tendrá que entrar por la puerta de la nevera...




domingo, 4 de enero de 2015

#Cuentocontigo: Pinzas

Nuestro piso tiene unos 40 metros cuadrados, y muy poca luz natural. Así son los habitáculos de los porteros, normalmente, cuando están en los bajos. Tras construir millones de edificios como el nuestro, la moda cambió y las porterías se subieron a los áticos, ¡del infierno a tocar el cielo!

Ahora, nuestra pequeña y oscura casa ha perdido su lugar mágico: la terraza. No solo era más grande que la zona de vivienda, también era nuestro rincón favorito. Allí mi madre tenía sus flores: margaritas, rosas, geranios, ¡hasta tulipanes de Holanda! Tras hacer las tareas de la comunidad de vecinos, se sentaba en su pequeño jardín urbano para leer, o remendaba la ropa lavada una y otra vez, o levantaba la cabeza y veía las nubes pasar por encima del piso trece. En los buenos tiempos, hasta tuvimos una piscina hinchable en verano, pero esos tiempos han quedado muy atrás,... cuando mi padre aún vivía, cuando conocíamos el nombre de los vecinos y ellos nos llamaban por nuestro nombre.

Mi madre ya no tiene macetas en la terraza, lloraba al verlas deshojadas y maltrechas por los impactos. Apenas sale ya al patio, y eso la entristece y me entristece.

Un día al volver del instituto la encontré sangrando, tenía una tremenda herida en la cabeza, en la parte izquierda de la frente. El objeto que le había causado la lesión era una pinza diferente, no como las habituales de madera. Era blanca y tenía forma de mariposa. Esta vez habían acertado. 

Dejé de ir a clase e hice guardia camuflado con prismáticos para saber qué vecino usaba esas mariposas diabólicas. Me costó semanas dar con la ventana y pinzas gemelas. Estaban en el 7º C. Busqué en el patio todas las pinzas que le pertenecían, entre las más de cuatrocientas que ya se acumulaban y subí a devolvérselas. 

Llamé varias veces pero no quiso abrirme, oía su respiración al otro lado de la puerta. ¡Abra señora Domínguez, sé que está ahí! Vengo a devolverle sus pinzas y pedirle que tenga más cuidado, ha podido usted matar a mi madre. Nada. Sra. Domínguez, si vuelve a tirar una pinza llamaré a la policía. Lo dije, pero todos sabían que era un farol. No hay condenas por perder una pinza mientras tiendes las sábanas y es complicado explicarle al agente de la ley que las pinzas no caen por azar, que son lanzadas con alevosía y premeditación para echarnos de la casa. Los vecinos quieren vender la portería para pagar derramas y poner un portero automático. Tirarnos las pinzas con saña es su forma de decirnos, ¡fuera de la comunidad!

Mientras tanto, mi madre y yo seguíamos haciendo las tareas del bloque cada día, como si nada ocurriese. Fregar la escalera, sacar la basura, limpiar los cristales. En esos ratos de bayeta y bolsas sucias los vecinos no aparecían, y si lo hacían era a la carrera, sin decir ni buenos días, mirando al suelo para no dar explicaciones. Aquello era una guerra silenciosa, que se libraba a la hora de la colada. 

Nuestro día de gloria llegó cuando casi estábamos a punto de tirar la toalla. En mitad de nuestra terraza, entre los montones de pinzas, apareció un precioso jersey de bebé.  Sin duda, era de la vecina del 3º A que acababa de ser mamá. Como la comunicación con los vecinos era nula, decidí dejar una nota bajo su puerta. Si quieres volver a verlo, habla con los vecinos y dejad de acosarnos. Fdo. Los Porteros. Mi mensaje fue inocente, pero un malentendido fue la solución a todos nuestros problemas.

Por lo visto, aquel día el bebé estaba con su abuela, salieron a pasear y les pilló la lluvia. No había manera de contactar con ellos por el móvil y la tormenta arreciaba. Mi madre y yo lo desconocíamos, así que cuando la mamá del 3ºA llamó a nuestra puerta pidiendo que se lo devolviéramos inmediatamente, e intentó pegarme al grito de ¿Dónde está? ¿Dónde está?, envalentonado le contesté, ¡cuando todos dejéis de acosarnos, te lo daremos! Mi madre se ha dejado la piel por vosotros, es una buena persona y una buena trabajadora. Sois unos sinvergüenzas y lo pagaréis caro. ¡Y le cerramos la puerta en plena cara! Al momento, y sin dejar de llorar volvió con el presidente de la comunidad que nos pidió perdón y prometió respetar nuestro trabajo y no volver a acosarnos. ¡Incluso parecía atemorizado! Le dimos las gracias y mientras fui a recoger la ropita de su bebé, la abuela entró por el portal con el carrito para alegría de la desesperada madre. 

El bebé es una preciosa niña llamada Alba, que siempre nos lanza besos al pasar por portería. La terraza de mi madre vuelve a parecer un jardín, y los vecinos nos saludan y hasta nos dejan aguinaldo en Navidad. Por mi parte, he descubierto que las pinzas son un buen materíal artístico y estoy empezando a vender mis primeras creaciones. ¿Os gustan?



http://www.pinterest.com/nievescb/manualidades-con-pinzas/





domingo, 7 de diciembre de 2014

Descuentos

Hace semanas que no escribo un cuento.
Tengo las manos nerviosas, y los ojos tristes.
Deambulo mohína por las calles. Calles que parecen unas iguales a otras.
No me impresionan las luces de Navidad, ni las personas que se entrechocan cargadas de bolsas.
Hace semanas que no escribo un cuento, ¡y es hora de poner remedio!