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viernes, 11 de diciembre de 2020

MI RELATO PRESENTADO EN MEXICO


Soñar es gratis y permite realizar lo irrealizable, pero en ocasiones los sueños se cumplen y mi relato "Pasos en la azotea" inspirado durante el confinamiento por las charlas on-line con Rosa Montero, ha sido de nuevo publicado en una antología titulada: "Labios rojos, chocolate y una rosa" que reúne las 30 obras seleccionadas por un jurado profesional de Mexico gracias al impulso de Maru San Martín.

El libro se presentó virtualmente ayer (10 de diciembre, 19:00h hora española) en la I Feria nacional de  escritoras mexicanas (FENALEM). A partir del minuto 42 está mi intervención. 

Gracias, seguiremos soñando (no, dormidas)

lunes, 6 de marzo de 2017

#Comelibros: El jinete polaco

El jinete polaco
por Antonio Muñoz Molina
Edita Biblioteca El Mundo
2001 (escrito en 1991)
509 páginas


Cien novelas en una. Eso y más es El jinete polaco. Considerada una de las 100 mejores novelas del s. XX cuenta la especial relación de su protagonista con el pueblo en el que nació (y del que siempre quiso escapar) y la vida de sus antepasados. Por sus páginas pasa buena parte de la historia de España, y también de la intrahistoria común de tantas familias. Guerra, hambre, trabajo, amores y desamores, huída y regreso a nuestras raíces. Todo observado por el cuadro de Rembrandt que le da título. 

#2de30
#Reto30

martes, 19 de mayo de 2015

Palabras nuevas

Hoy he buscado una de las palabras que siempre creí que había que INVENTAR, y resulta que se me habían adelantado.

Damos la bienvenida a VAGAMUNDO sinónimo de VAGABUNDO pero mucho más ilusionante. 

Todo un mundo las separaba. Ahora, juntas para siempre.

¡Estoy deseando ponerla en práctica!

sábado, 20 de septiembre de 2014

#Cuentocontigo: Besos, muchos besos

Para Carmen 



¿Y quién va a creer esta historia? Mi abuela no sabía leer ni escribir, ni falta que le hizo. Durante años mantuvo correspondencia con mi abuelo, exiliado nómada, sin que ni una sola de aquellas cartas despertara nunca el recelo de las autoridades franquistas. Cada día un sobre, y dentro un pequeño trozo de papel de periódico, o lo que tuviera a mano, estampado con un beso. Siempre fue coqueta mi abuela. Siempre con sus labios pintados. Para salir a la calle o a misa eran rosa pálido, marrón claro, pero en casa, delante de su pequeño espejo, los carmines se volvían de los tonos más rojos.

Su hermana menor se ofrecía de escribana, para hacer de intermediaria entre ella y su querido Andrés, pero mi abuela nunca aceptó. Decía que las palabras no le habían traído nada bueno a su vida, y prefería los besos, muchos besos. Cada día un beso para su amor. Mi tía ponía el remite, y mi abuela el contenido. Labios rojos unos días, rosas otros, medios labios, o labios imperceptibles viajaban por media Europa para llegar al corazón de Andrés. ¿Y quién va a creer que aquellos inocentes besos eran un código secreto para avisar a mi abuelo Andrés del peligro de volver a casa? Ella le salvó la vida con besos, él se los devolvió uno por uno a su regreso.

jueves, 2 de enero de 2014

Madalenas. Recuerdos de la infancia

¿Madalena o magdalena?

He ahí el dilema.

He recordado mis días infatiles en el horno de los tíos. El olor a madalenas (o magdalenas) recién hechas. Con doble papel. ¡El de fuera hay que quitarlo! De la boca del horno salían docenas y docenas, que eran paleadas hasta mi altura. Parecía fácil, pero los dedos se quemaban. Recuerdo que liberé un par de madalenas (o magdalenas) y no pude más. Salí de allí corriendo, huyendo, salvando mis dedos mientras apretaba con fuerza una madalena (o magdalena) contra mi pecho.

Volví al anochecer. Los tíos estaban enfadados. También los pequeños tenían que ayudar, decían. Se lo diremos a tus padres. Que eres rebelde y maleducada. Yo muté en piedra. Sirvieron la horrible cena. Era niña poco comedora. Soñé que me castigaban sin comer. Ni el disgusto me libró de la tortura frente al plato. En el bolsillo, palpitaba nerviosa mi madalena (o magdalena) feliz.

Ni aquella tía, ni aquellas primas se llamaban Magdalena (o Madalena), ni nunca fueron tan dulces...