Sería fantástico que antes de ponerte en pie, cada mañana, tu meteorólogo de persona te hiciese un chequeo. Mira aquí, mira allá, abre la boca, gira a la derecha, ahora a la izquierda. Pulso, temperatura, presión sanguínea,...
Después, mientras tomas el desayuno, el introduciría los datos en su ordenador. Con su programa informático específico para ti, dibujaría tus anticiclones, vientos racheados, nublados y soles.
A la hora de lavarte los dientes, ya estaría a tu lado para decirte cómo vas a tener el día. Si estarás nerviosa o creativa, especialmente seca o demasiado inspirada, si deberías salir de compras o quedar con un amigo.
Un meteorólogo de persona, esa gran herramienta que nos indicaría cuando ponernos chubasquero para que los problemas no nos calen hasta los huesos o bikini para darnos un chapuzón de vida...
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