miércoles, 12 de diciembre de 2007

Un par de Billy Collins

Introducción a la Poesía

Billy Collins (traducción Eberth Munárriz)

  • Les pido que agarren un poema
  • y lo pongan a trasluz
  • como una diapositiva de colores
  • o acerquen una oreja a su colmena
  • Les digo suelten un ratón en un poema
  • y obsérvenlo buscar la salida,
  • o caminen en la habitación del poema
  • y al tanteo busquen un interruptor.
  • Quiero que hagan esquí acuático
  • sobre la superficie del poema
  • saludando al nombre del autor en la orilla.
  • Pero ellos sólo quieren
  • atar con soga el poema a una silla
  • y torturarlo hasta que confiese.
  • Empiezan pegándole con una manguera
  • para averiguar qué dice en realidad.

  • El cordón, otro poema de Billy Collins
  • El otro día mientras me dedicaba a rebotar lentamente
  • por las paredes azules de esta habitación,
  • yendo de la máquina de escribir al piano,
  • de la estantería a un sobre que estaba en el suelo,
  • di a parar a la sección C del diccionario
  • donde mis ojos fueron a caer en la palabra cordón.
  • Ninguna galleta mordisqueada por un novelista francés
  • podría retrotraerte al pasado tan de repente -un pasado donde me sentaba en un banco de trabajo en un campamento
  • junto al profundo lago Adirondack
  • aprendiendo a trenzar tiras finas de plástico
  • para hacer un cordón, un regalo para mi madre. Nunca había visto a nadie usar un cordón
  • o llevar uno puesto, si eso es lo que se hacía con ellos,pero eso
  • no evitó que yo entrecruzara
  • hebra sobre hebra una y otra vez
  • hasta que hice un compacto
  • cordón rojo y blanco para mi madre. Ella me dio la vida y leche de sus pechos,
  • y yo le regalé un cordón.
  • Ella me dio el pecho en más de una sala de espera,
  • me dio cucharadas de medicina,
  • colocó paños fríos en mi frente,
  • y luego me mostró el camino hacia la luz etérea y me enseñó a caminar y nadar,
  • y yo, a cambio, la obsequié con un cordón.
  • Aquí tienes miles de comidas, dijo,
  • y aquí tienes ropa y una buena formación.
  • Y aquí tienes tu cordón, contesté,
  • que hice con un poco de ayuda del monitor.
  • Aquí tienes un cuerpo que respira y un corazón que late,
  • fuertes piernas, huesos y dientes,
  • y dos ojos limpios para leer el mundo, susurró ella,
  • y aquí, dije yo, está el cordón que hice en el campamento.
  • Y aquí, deseo decirle ahora
  • tienes un regalo más pequeño -no la ancestral verdad
  • de que nunca puedes corresponderle a tu madre,
  • sino el compungido reconocimiento de que cuando
  • cogió de mis manos el cordón a dos colores,
  • estaba tan seguro como pueda estarlo un chaval
  • de que esta cosa sin valor e inservible que trencé
  • de puro aburrimiento sería suficiente para quedar en paz con ella.

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