sábado, 13 de febrero de 2010

Habemus poesía

En su columna de hoy, Antonio Muñoz Molina hace esta reflexión sobre prosa y poesía, perfecta a mi entender:
"Pero me equivoco en la disyuntiva: la prosa no es lo contrario de la poesía, sino del verso. La poesía es un estado de máxima intensidad expresiva que muchas veces está ausente de los libros de versos y sin embargo puede saltar como un chispazo en medio de una novela, o en una música, o en las imágenes de una película. La poesía es aquello que sólo puede percibirse con una forma peculiar de atención, algo que está materialmente en el sonido de las palabras pero también en el silencio y el espacio en blanco que hay detrás de ellas y en la resonancia que provocan. La poesía es un primer impacto que ha de ser continuado por una larga revelación, por la conciencia de un significado que es a la vez más claro y más misterioso en cada lectura y nunca se repite idéntico. La poesía es para ser leída en silencio unas veces y otras veces en voz alta, y su lectura no se acaba nunca, ni siquiera cuando nos sabemos los versos de memoria.
Los versos o las líneas de prosa. La poesía nos devuelve a un mundo anterior a la escritura en el que las palabras tenían una exclusiva presencia física en el sonido de la voz y en el recuerdo que las preservaba. (...)
No es sólo una observación general: es una sugerencia sobre la única manera posible de entender el libro que tenemos entre las manos, delante de los ojos demasiado acostumbrados a la distracción: la profundidad de las cosas que pasa por alto el hábito superficial de ver"

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