domingo, 11 de enero de 2015

Querido Diario: Día 11

Por un lado tengo miedo, y eso que no soy Marta. Por otro, ¡estoy deseando que llegue a esa funeraria 'Caelum' y descubra el misterio! ¡Vamos a leer,...!

Día 11
Mientras el bus 34 se acercaba de nuevo al Barrio de Torrero, busqué 'Caelum' en Internet. DEFINICIÓN. Un nombre atípico para una funeraria. Volví a apearme en la puerta del Cementerio. El puesto de flores donde recibí el mensaje estaba abierto, había una señora en el mostrador pero no era la misma que conocí días antes. Era mayor, quizá a punto de jubilarse, y su cara me resultaba familiar. 

-Perdone, hace un par de días, me atendió en este puesto otra mujer. Me habló de una planta muy curiosa, y quería preguntarle algunas cosas más. 

La mujer me dijo que ella era la única propietaria y nadie más atendía el puesto. Que debía equivocarme. Yo estaba segura de que era el mismo puesto, pero no quise seguir con el interrogatorio, estaba claro que todos trataban de engañarme por algún motivo, aunque estaba convencida de que con mi peluca y mis lentillas de color, no podían reconocerme. (*Uso lentillas y guardaba unas de color azul que me regalaron en la óptica, sin duda este era el momento de estrenarlas)

Seguí mi camino hacia la calle Lasierra Purroy nº 313. Allí no había ningún cartel de 'Caelum', y en los bajos del edificio, el local comercial era una tienda de animales, cerrada en domingo. Claramente, 'Caelum' era una tapadera,... pero mi única pista. Decidí hacer guardia frente a la puerta con discreción. Creo que esa mañana, desgasté los zapatos de tanto pasear arriba y abajo, y hacer llamadas ficticias con el móvil. Habían pasado un par de horas y la espera tuvo sus frutos. La mujer joven, la primera que vi en el puesto de flores, salió a la calle con garbo y entró en una especie de garaje contiguo. ¡Seguro que iba a salir en coche, y entonces no podría seguirla! ¡Tenía que buscar un puesto de Bizi! Busqué en la aplicación BIZIZARAGOZA y ¡alucinad! ¡En Torrero no hay ni una estación! ¡Era el colmo! Enseguida un coche salió del garaje. Opel Mokka Azul. Matrícula extranjera



Y al volante, la mujer. Traté de correr detrás del coche, pero enseguida los perdí de vista. ¡Mañana volveré con bicicleta, pensé, pero hoy tengo que seguir el rastro de las flores! Y así, me acerqué de nuevo hasta el puesto de flores, pero esta vez a una distancia prudente. Allí seguía la señora que me resultaba familiar. ¡Tan familiar!... ¡Claro! Era la viejecita a la que acompañé en el cementerio. Doña Adela, aunque con unos años menos, ¡y por lo visto, también le gustaba disfrazarse! ¡Ella también estaba implicada!.. Pues no se escaparía, no señora. 

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