En la acera de los impares se ha acabado el papel higiénico, el tabaco y el desmaquillador de ojos. En los últimos pisos ha desaparecido una sábana del tendedor, una horquilla de moño y un calcetín de rayas. Enfrente, alguien ha echado de menos 10 euros, un diario deportivo y el abono transporte. Por la calle, en ese momento, un señor con sombrero discute al teléfono, una pelota sale rebotando hacia la calzada y la chica de las coletas mira al chico del monopatín a lo lejos. Cada día, hay cientos de miles de grandes crisis mundiales en la calle de al lado. Pero no se lo digas a nadie. Será nuestro pequeño secreto.