No tuve clemencia. Devoré las últimas páginas, sin esperas. Cerré la tapa y cerré los ojos. Me despedí de los personajes. Ellos me sonrieron. No será un adiós, nos dijimos. Tras el luto oficial de 24 horas, vuelvo a abrir otro libro. Sin clemencia devoro las primeras páginas...
(De Claraboya de Saramago a Días de invierno de Auster)
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