Abres el correo -virtual- y entre la publicidad de cupones descuento te encuentras uno totalmente inesperado. Lo remite un amigo de amigos, alguien a quien admiro mucho pero con quien no tengo relación amistosa. Alguien para quien creía ser invisible. Y en ese correo, la persona en cuestión quiere aprovechar para manifestar su simpatía y admiración por mí. ¡Esto es de locos! Y, permítanme que les confiese, que hasta he echado unas lagrimitas. No sé qué habrá pasado por la cabeza de esa persona -conocida para ustedes pero anónima en este relato- para hacerme tan feliz, pero nuevamente se lo agradezco...
Santiago Segura , a que sí ?
ResponderEliminarja,ja...
No, pero se conocen ;)
ResponderEliminarLa, la, laaaaaa