No le gustaba su vida y decidió inventarse otra. Al día siguiente elegiría a una persona al azar y la seguiría. Vestiría como ella, compraría lo mismo en el súper, se sentaría justo detrás en el cine, escucharía sus llamadas de móvil y hasta imitaría su voz. Con suerte, hasta cambiaría de color de pelo, y se mudaría de barrio tal vez. Todo sería nuevo al día siguiente. Amaneció y bajó a la calle. Caminó mirando al suelo hasta la mitad de la acera. Contó diez y levantó la vista. Y justo ahí es cuando apareciste tú.