Tengo algo con el reloj que no se puede explicar. Siempre me gana él. Son años de batallas perdidas. Solo con engaños logro adelantarme a la hora. Pero, irremediablemente, el vencedor por mayoría es él. Con sus dos saetas, sin perdón, sin relajarse un momento. Tic, tac y tú ya llegas demasiado tarde. Pero hoy no ha contado el ladino reloj con mis ganas de correr, con que puedo ser más rápida y borrar el final de otra carrera perdida. Hoy he corrido más que él y he llegado justo a tiempo.
PD Pero creo que mañana voy a tener unas agujetas de escándalo...
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