Érase una vez un Mundo dónde todo funcionaba como un reloj suizo, hasta que alguien olvidó darle cuerda.
Ese día el Sol no salió y la Luna tuvo que hacer su trabajo.
Los pájaros olvidaron cantar y los niños no querían tomar el desayuno.
Parecía el fin del ídem, hasta que llegó un señor jubilado, puso en hora el reloj y lo arregló todo, todo, todo.
Sol, Luna, pájaros y niños se lo agradecieron tanto, que el señor jubilado tuvo claro cuál sería su cometido de ahora en adelante...
PD: ¡Me encanta cuando mi padre pone otra vez el mundo en marcha!