Levantar la persiana y verlo todo como la primera vez.
Hacer café y caminar descalza, en silencio, todavía rumiando los sueños de la madrugada...
Buscar un minuto de soledad para colgar la mirada en el infinito... y volver rápido con el sonido impaciente de la cafetera y ese ¡Buenos días! que ya es tan familiar, que ya es indispensable...
¡Buenos días!
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