jueves, 2 de abril de 2020

#Comelibros: Canciones tristes que te alegran el día

Canciones tristes que te alegran el día
por Miguel Mena
Pregunta Ediciones, 2020
214 páginas


Miguel Mena tenía que haber presentado el 25 de marzo su último libro en el Aula Magna del Edificio Paraninfo de la Universidad de Zaragoza. Éramos muchos los que esperábamos ilusionados ese día porque la presentación en sociedad de un libro de Miguel siempre trasciende lo literario, para convertirse en una fiesta, un derroche de imaginación y de amistad. En nuestros caminos se ha cruzado el coronavirus, así que tendremos que esperar para la puesta de largo de este “Canciones tristes…”. Aquí os dejo la reseña que he escrito hoy en Artes y Letras de Heraldo de Aragón 

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#Lecturas2020



Lo que encontramos al cruzar el umbral de su evocadora cubierta, ilustrada por Óscar Sanmartín, es un compendio de veinte historias. Algunas, habían quedado escondidas tras los grandes titulares, es el caso de “Señales de humo”, que nos sitúa en una de las jornadas más trágicas de la capital aragonesa, el incendio del hotel Corona de Aragón. Aquel fatídico día de julio de 1979 se alojaba en dicho hotel un futbolista con gran proyección llamado José Ramón Badiola, al que el Real Zaragoza iba a fichar junto a Jorge Valdano. Se supo después que Valdano decidió no hacer noche en el hotel, pero nada trascendió de Badiola. Otro de esos días tristes también acontece en 1979, año del asesinato de José Luis Alcazo, o Josefo, como le conocían en Albero Bajo, su pueblo natal. Este joven estudiante oscense fue víctima de la violencia de un grupo de ultraderecha mientras paseaba por el Retiro con otros universitarios. Mena visita el pueblo de Josefo, charla con sus amigos y con la periodista Esther Puisac, y siguiendo con su investigación, busca telefónicamente a su asesino confeso, cuatro décadas después. Otra fecha negra en Zaragoza es diciembre de 1987. ETA atentó contra la casa cuartel de la avenida Cataluña dejando 11 víctimas. Entre ellas, Rocío, de 12 años. El libro la rescata del olvido a través de las miradas de sus compañeros de clase para trazar el itinerario de “Lo que pudo haber sido”. La música, otra de las pasiones de Miguel Mena, protagoniza varios textos. En “Canciones Lejanas”, nos descubre la historia de “Los 3 Carino”, paraguas artístico que cobijaba a tres hermanos oscenses: Carmen, Ricardo y Quino Solanes, el primer conjunto aragonés que grabó un disco de música ligera y cuyas andanzas parecen salidas de “Las mil y una noches”. El trío inspiró su anterior novela “Canciones ligeras” (Pregunta Ediciones, 2019). También suena la música en la sinfonola del Mena adolescente, con temas como “The year of the cat” de Al Stewart, “En la planta 14” de Víctor Manuel, “Sealed with a kiss” de Bobby Vinton o una de sus favoritas, “Daniel” de Elton John, que es también el nombre de su hijo, al que dedica uno tierno homenaje en “Diario de Daniel”. La familia ocupa en este volumen un lugar muy especial, como la búsqueda de sus orígenes riojanos en “Nuestro pequeño mundo”, el reconocimiento a su tío Ulpiano, fusilado en el año 36, y enterrado en alguna parte entre Burgos y Palencia, en “Lazos de sangre” y el recuerdo a sus padres en “Niños para siempre” en el que destaca su vida de sacrificio, con poco tiempo para juegos infantiles, pero con grandes momentos compartidos que podrían resumirse en la frase “Yo he visto a saltar a mi madre a la comba con 80 años”

Es Mena, ante todo, un buscador de historias, un detective implacable que no deja su investigación hasta que ata todos los cabos. De su tesón han aflorado historias que ya son eternas como “La tumba del almendro en flor” del cementerio de Torrero o su “Ibiza, 1975”, en la que nos regala su historia de amor interrumpida con una chica de Castralvo. Mena, es también capaz de narrar los abusos que sufrió en su “Querido por todos”, que comienza de forma demoledora: “La primera persona que se encaprichó de mí fue un fraile marianista de 42 años, yo por entonces tenía 13”. Sus veinte historias son muestra de su inagotable curiosidad, pero sobre todo de su humanidad. De su amor por las palabras, por los paisajes y las gentes, y principalmente, por descubrir las historias que no aparecen en los libros.

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