por Héctor Abad Faciolince
Alfaguara, 2025
224 páginas
Vivimos rodeados de muerte pero con suerte es la de otros que no son los nuestros; muertos lejanos, muertos sin nombre, muertos que engrosan cifras, listados, estadísticas,... Las guerras los producen a miles; miles y miles de anónimos que cayeron en batalla o simplemente por estar en el momento y lugar equivocados ¿Lugar equivocado? En una guerra lo equivocado no son los lugares ni las acciones personales.. y sin embargo, la diferencia entre vivir y no vivir puede ser el puro azar. Sentarse en un lugar de la mesa y no en otro. Eso y solo eso, fue lo que seguramente salvó la vida de Héctor Abad y sesgó la de la escritora ucraniana Victoria Amelina y así lo explica en este libro casi de memorias, o bien de esa memoria concreta. Fue él quién debería haber ocupado la silla en la que Victoria recibió el impacto mortal tras un ataque ruso a la ciudad de Kramatorsk, lejos de la línea del frente. Ambos formaban parte de una expedición literaria y habían estado en otros emplazamientos ucranianos. Querían defender la literatura y la vida frente a la destrucción. Surgió la posibilidad de acercarse a Kramatorsk y conocer vivencias y consecuencias bélicas. Héctor no quería ir, sabía que el frente estaba algo más cerca, pero no tanto. Pensó que sería cobarde no hacerlo, y también había cierto deber moral. Esa decisión le atormenta y también el azar de la disposición de los comensales en aquella última comida en la terraza de unan pizzería. En el libro, el colombiano describe a la escritora que luchó con su pluma por revelar al mundo los horrores rusos y lo hizo sin miedo. Ahí va un abrazo de cariño para el autor, que intenta conjurar sus tormentos con este libro en el que abre su corazón y sus recuerdos. Me gustaría abrazarle y ayudarle a curar su alma. Victoria Amelina, descansa en paz. #27 #Lecturas2025
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