jueves, 8 de enero de 2015

Querido Diario: Día 8

¡Me gustaría poder ir allí, y decirle que Calle J, Bloque 3 es la dirección de un nicho en el cementerio. Es lista, seguro que lo adivinará, pero me temo que está metida en algo turbio. Esa florista que desaparece, ese artículo que habla de morir a los 25 años, cuando faltan dos días para que ella celebre su cuarto de siglo... ¡Esto se pone...peligroso! 
¿Preparados para seguir leyendo?

Día 8
"La mayoría de las personas muere a los 25 años, pero se las entierra a los 75"... ¡Así se titulaba el artículo! ¿Qué quería decirme? ¿Acaso mi vida iba a terminar dentro de dos días cuando yo cumpliera los 25? ¡No entendía nada! Yo había venido siguiendo su rastro para decirle que todo estaba perdonado, que podía volver a casa, y él... Él no sólo me rechazaba, ¿también me amenazaba?

Una señora mayor me sacó de mis pensamientos, 
-¿Perdona hija, sabes si la Calle A está cerca de la puerta de entrada? Es que no puedo caminar mucho y me da miedo ir sola por el cementerio, en un día como este...¡qué niebla, hija!

Enseguida me dí cuenta de qué era aquella dirección... 
-¿Dice usted, señora, que busca la Calle A? ¿Y algún bloque en concreto? 
-Claro, hija, el bloque 1, allí están mis padres enterrados desde hace muchos años, ¡y si Dios quiere pronto también estaré yo con ellos! Tengo el nicho de al lado comprado, ¿sabes?..
-Pues, yo busco la Calle J, si quiere la acompaño,... 


Las dos, agarradas del brazo nos internamos en las calles desiertas del camposanto. La señora me dijo que se llamaba Adela y venía siempre acompañada por su hermana Juliana, pero ahora estaba enferma y ya no salía de casa, la pobre, así que ese día se decidió a ir sola,
¡como se entere mi hermana!, repetía una y otra vez.  

La calle A estaba muy cerca de la entrada general, así que dejé a la anciana junto a sus seres queridos, me hizo gracias que al despedirnos me dijo:
-¡Oye, tú estás lejos de casa, que te he conocido el acento! 

La señora acertó de pleno y me deseó un buen día... 

Ahora, tocaba encontrar la Calle J. Estaba en la parte más moderna del cementerio, se notaba porque había muchos nichos vacíos y demasiadas flores frescas en los ocupados. Me llamó la atención un grupo de personas que velaban un nicho con sillas, comida, guitarras y cientos de macetas... Me recordó las costumbres de mi tierra...

La calle J estaba justo delante. Y en pocos pasos más llegué al bloque 3. Allí sólo estaba yo y seis lápidas, el resto eran nichos huecos, a la espera de nuevos inquilinos. Repasé los nombres, buscando alguna pista. Tal vez otra col en vez de claveles, pensé divertida, pero pronto algo me dejó petrificada. Una placa de mármol negro tenía mi nombre y mis dos apellidos. También era idéntica la fecha de nacimiento y aquí venía el plato fuerte. La fecha de defunción era... ¡dentro de dos días! 

Salí corriendo sin poder pensar en nada más, en la parada del autobús volví a encontrar a la anciana Adela:
- Hija, ¡qué mal color llevas! Ni que hubieras visto a un fantasma...

Fui maleducada, pero no pude ni hablarle, ni siquiera decirle adiós y seguí caminando hacia la niebla... como un fantasma


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