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jueves, 2 de enero de 2014

Madalenas. Recuerdos de la infancia

¿Madalena o magdalena?

He ahí el dilema.

He recordado mis días infatiles en el horno de los tíos. El olor a madalenas (o magdalenas) recién hechas. Con doble papel. ¡El de fuera hay que quitarlo! De la boca del horno salían docenas y docenas, que eran paleadas hasta mi altura. Parecía fácil, pero los dedos se quemaban. Recuerdo que liberé un par de madalenas (o magdalenas) y no pude más. Salí de allí corriendo, huyendo, salvando mis dedos mientras apretaba con fuerza una madalena (o magdalena) contra mi pecho.

Volví al anochecer. Los tíos estaban enfadados. También los pequeños tenían que ayudar, decían. Se lo diremos a tus padres. Que eres rebelde y maleducada. Yo muté en piedra. Sirvieron la horrible cena. Era niña poco comedora. Soñé que me castigaban sin comer. Ni el disgusto me libró de la tortura frente al plato. En el bolsillo, palpitaba nerviosa mi madalena (o magdalena) feliz.

Ni aquella tía, ni aquellas primas se llamaban Magdalena (o Madalena), ni nunca fueron tan dulces...

martes, 12 de noviembre de 2013

#Cuentocontigo Monarquía argentina

A la ciudad de las dos torres, llegó el rey en una dorada carroza, tirada por dos corceles de gráciles movimientos.
Los peones abrían paso al regio séquito, con parsimonia.
Poco después llegaría la reina, escoltada por sus dos esbeltos alfiles.
El rey no la esperaba. Quedó en jaque.
Ella, mientras, se tomó un mate (cito)...




lunes, 11 de noviembre de 2013

#Cuentocontigo: Viajes a mediodía


"El hombre leía atónito el diario encontrado en la sala del lectura de la FNAC del centro comercial... Atónito, curioso y con envidia imaginaba quién sería el dueño de aquella vida, que de lunes a viernes recorría todo lo que él nunca podría ver. Era lunes. Se preguntaba dónde estaría el viajero misterioso mientras él agotaba su media hora para comer mirando los lomos multicolores de la librería. Una joven menuda, con uniforme de la tienda de hortalizas del centro comercial, le sacó del ensimismamiento. Le pedía su diario, que había extraviado a mediodía, durante su tiempo para la comida, y le deseo un feliz lunes"

Diario de viajes

Lunes

Acabo de volver de Iguazú. 
Son impresionantes sus cataratas. 
Las vi desde el lado argentino.
Mucho más agreste que en su vertiente brasileña.
Uno de los saltos, ¡hay 275! lleva mi nombre.

Martes

No creí que Budapest me impresionara tanto.
Increíbles las vistas desde su parte alta, Buda.
Increíble cruzar el Puente de las Cadenas para llegar a Pest.
Increíble entrar en los Baños Gellert, como un bañista del siglo XIX.

Miércoles

Viajar a París siempre es una gran idea. 
Hoy vuelvo con tiempo de ver la ciudad desde una cafetería de Montmartre.
París, siempre es una gran idea.

Jueves

La llaman ya la 'Zaragoza Eye'
En Londres no subí a su noria gigante,... pero ahora tendré que compararlas

Viernes

Staropramen
Quilmes
Mahou
Bavaria
Moretti
Superbock
Sagres
...pero la que siempre añoro es mi Ambar. ¡Salud!

Lunes

Hoy me he dejado llevar por el primer avión que partiera...
Voy rumbo a...

sábado, 2 de noviembre de 2013

#Cuentocontigo: Casa menguante

Para sacar la cama de la habitación hubo que partirla. No había tiempo de desmontarla. Ni tiempo, ni ganas. La dueña, a pesar de sus setenta años ya cumplidos, fue quien arreó el primer golpe. Los operarios la imitaron, diligentes. ¡Nada de remilgos, solo es una cama! Golpe a golpe desmoronaron el armazón macizo de aquel catre gigantesco. 

El armario no corrió mejor suerte. Puertas, baldas, cajones y perchas salieron despedidos de la estancia. Los albañiles que esperaban en el pasillo, esquivaban rápidos el desembalaje. A una señal de la clienta entraron al cuarto. Según los planes, tenían menos de tres horas para levantar una nueva pared, pintarla y empapelarla como la anterior. 

El electricista pedía paso. Tenía mucho que hacer. La lámpara del techo debía volver a ocupar el centro de la estancia. Pesaba demasiado. Trajo a sus dos hijos, fornidos chicos de gimnasio que sujetaron como Atlas la luminaria mientras el padre buscaba el punto central de la nueva habitación. En el epicentro exacto, volverían a izarla y fijarla al techo. Era el turno de los nuevos interruptores. Colocados en el lugar de siempre, como si fuera la misma pared. Tras las pruebas de rigor, enciende, apaga, perfecto, la habitación menguante esperaba a los siguientes. 

Equipo de limpieza. Fuera gotas de pintura, fuera polvo de ladrillo, fuera colas, fuera cables cortados... Después la nueva cama. Exacta a la anterior. Pero mucho más pequeña. El nuevo armario. Idéntico al original, pero dos metros más corto. 

El esposo llegó puntual. Cenó poco. Cabeceó viendo la televisión. Ella se despidió primero. Buenas noches, querido. Él la siguió al dormitorio. Se desearon buenas noches. Fue él quién apagó la luz. Esa noche volvieron a rozarse bajo las sábanas. El alba les sorprendió abrazados. El marido evocó amaneceres de antaño. Hacía tanto que no la sentía así de cerca, dijo. Ella sonrió por su triunfo. Bendijo el consejo de aquella amiga... 'Recuerda, Anita, el amor está en las pequeñas cosas"... Una frase que pensaba seguir al pie de la letra. Pequeñas casas, pequeñas camas, pequeños dormitorios. Para recuperar el amor de su marido era capaz de convertir en pequeñas todas las grandes cosas que les separaban...

viernes, 4 de octubre de 2013

#Cuentocontigo: Mariposas


Era amarilla, blanca, roja y negra a la vez. La hija del jardinero la miraba sin pestañear al otro lado de la ventana. Nunca había visto un ejemplar igual. Cuatro colores y las formas geométricas más increíbles se habían posado frente a ella. Con cuidado abrió la hoja de la ventana y sacó su mano izquierda. Esperó tanto que tuvo que agarrarse el brazo con la mano derecha para seguir manteniéndolo firme. El lepidóptero de cuatro colores aleteó y aún la dejó más sorprendida. El lado oculto de las alas era de un profundo color azul. Parecía un sueño. La mariposa se posó sobre ella. Cerró las alas. El azul volvió a tornarse amarillo, blanco, rojo y negro a la vez. Un momento mágico. Un momento irrepetible que culminó con el lepidóptero a punto de caer fulminado bajo la edición de ayer del periódico local. El jardinero, periódico enrollado en mano, se maldecía de su suerte. La mariposa asesina se había librado de su ira. La hija lloraba y acusaba al padre de monstruo mientras se miraba la mano izquierda, todavía enrojecida por el golpe del diario. El jardinero juraba vengarse del bicho que había arruinado todos sus geranios. Son una plaga, hija, se lamentaba, mientras la niña le declaraba su odio. Los que no dijeron palabra fueron los doscientos geranios que el jardinero iba a poner a la venta. Devastados por las mariposas, lanzaban al aire sus hojas marchitas, algunas hasta de cuatro colores a la vez.

PD: Mariposa del Parque Nacional de Iguazú. Allí, no había geranios. 

domingo, 8 de septiembre de 2013

Paseante dominical (fotos en blanco y negro)

Encontré un tesoro entre viejos libros y cuadernos. Aquella foto en blanco y negro me sonrío desde las ajadas páginas de un manuscrito. Una sonrisa cincuenta años olvidada. Al dorso una dedicatoria sencilla. Para ti, con amor. Besé aquella fotografía, y creí rememorar el momento en el que ella la guardó entre sus versos de juventud y sus quebrados y divisiones escolares. He vuelto a esconderla en otro libro al azar, para sentir de nuevo la emoción del reencuentro. 

lunes, 10 de junio de 2013

#Cuentocontigo. La amiga rara

Se llama Pamela y siempre come de pie. Come, merienda y cena de pie. Alguna vez, en el desayuno se sienta un momento, pero es solo para atarse los zapatos. Pamela ya no se queda en el comedor del colegio. La castigaban todos los días por no querer sentarse. Ella lloraba y decía que la castigaran, que si se sentaba no comía y si comía, no se sentaba. Hasta la expulsaron unos días por rebelde Como además de compartir pupitre, éramos vecinas, fui a llevarle los deberes. Mala suerte la mía. Era la hora de cenar y su madre me obligó a quedarme. Sin duda era la única amiga de su hija, o al menos eso creía. Acepté la invitación, no quería desengañarla. Recuerdo que fue una cena muy breve. En pie, sus padres, Pamela y sus dos hermanos acabaron con la sopa en escasos minutos. Lo hacían en la cocina, uno frente a otro, prácticamente pegados. Sin usar mesa ni sillas ni hablarse entre ellos. Amparada por el sonido de las cucharas al chocar con los platos dije que no me gustaba la sopa, me excusé y salí de allí tan rápido como pude. No se lo conté a nadie en clase, ni tampoco en mi casa. Pensarían que tengo amigas raras. 

lunes, 3 de junio de 2013

Cuento contigo. Las cerillas

Aquella historia no se iba de su cabeza. Y tenía miedo.

Le contaron que ser feliz es como ir encendiendo pequeñas cerillas en nuestro interior.
Cerillas que iluminan nuestra vida. Pero ser plenamente feliz tenía un riesgo. Si todos los fósforos prendían a la vez, se produciría un gran incendio y todo quedaría arrasado.

Aquella historia no se iba de su cabeza y ahora, por primera vez en su vida, tenía miedo.
Ahora, le conocía a él.
Le amaba.
La amaba.
Su amor era tan grande que podía prender cien cajas de fósforos.
Imposible querer menos cuando te quieren de veras...

Esperando el gran final, no podía dejar de mirarle hasta que dormía, y después, lloraba hasta el alba.
Tal vez sus lágrimas hicieran inservibles las cerillas.
 Tal vez sus lágrimas les salvaran de tanta felicidad...

(Inspirada en 'Como agua para chocolate', un libro que todavía me da miedo)

miércoles, 29 de mayo de 2013

#Cuentocontigo: Verano

El año que no hubo verano, se dieron menos primeros besos. En los pueblos nadie bailó en la verbena y la vendedora de helados no hizo el agosto. Sin verano, no hubo día de playa, piel bronceada ni camisetas de tirantes. Los dedos de los pies no pudieron saludar desde sus sandalias y diez mil treinta y siete niños no aprendieron a nadar. El año que no hubo verano no hubo trabajo en prácticas, ni becarios, ni rebajas en las tiendas. Ahora todos se preguntan dónde se fue el verano aquel. Un verano sin vacaciones, sin dinero, sin trabajo, sin alegrías, sin calor.

miércoles, 22 de mayo de 2013

9:11

-Buenos días.
-Buenos días.

Como cada mañana, a las 9:11 ella sale del portal de su casa, en el número 77 y me saluda.

Sé que su nombre es María, porque hace unas semanas alguién la llamó desde lejos y ella se dió la vuelta.
María, suena tan bonito como ella.
Por supuesto, de mí nada sabe.

Sólo que barro y recojo las hojas secas de los jardines de la urbanización.

Sólo que todos los días estoy a las 9:11 frente a su portal esperando oír su voz.

lunes, 20 de mayo de 2013

#Cuentocontigo. Charcos


Samuel no pisa los charcos. Se acerca a ellos y los mira fijamente. Una vez, al asomarse, le pareció que algo se movía allí dentro, una especie de aleteo junto a su oreja derecha. Desde ese día, se ha convertido en el primer vigilante de charcos del mundo. Tras la lluvia, Samuel hace guardia para que las criaturas que viven allí dentro no salgan a invadir su casa, ni la nuestra, ni el colegio o la verdulería. Cuando los aguaceros son fuertes, pasa la noche en vela, pegado a la ventana, con prismáticos y en completo silencio. Tiene el presentimiento de que si deja de mirar, los de debajo de los charcos aprovecharán para colarse en su barrio. Samuel ya no quiere que su madre le prepare la bañera, y no quiere ni pensar en ir a la piscina. Le parecen charcos grandes. No se lo ha dicho a nadie, pero tiene miedo de que le estiren de los pies cuando nada o se enjabona y le lleven a vivir al mundo que crece debajo del agua

lunes, 13 de mayo de 2013

#Cuentocontigo. Navidad en abril

La ciudad flotaba entre pequeñas bolas blancas. Las mujeres estornudaban sin cesar. Los hombres se frotaban los ojos y los niños se tapaban la nariz y la boca para no tragarlas. A mediodía, la leve brisa se convirtió en vendaval y las bolitas crecieron. Un halo blanco lo pintaba todo. Las autoridades recomendaron a mayores y pequeños quedarse en casa, y no abrir las ventanas. Los adultos, a duras penas podían caminar, tapados hasta los ojos con fulares, mascarillas y gafas de esquiar. El tráfico era un caos. Los tranvías pararon. La ciudad se quedó desierta bajo una intenso baile de grandes copos blancos. Y en el hospital, doña Aurora lloraba de alegría. Para ella la peor invasión de polen primaveral acontecida en la ciudad no era sino la nevada que anuncia la Navidad, y solo en Navidad su hijo Andrés podía venir a visitarla...

Andrés le besó la mano y antes de despedirse de ella para siempre aún tuvo tiempo de desearle Feliz Navidad, en abril.


lunes, 6 de mayo de 2013

#Cuentocontigo: El cuentadedos

Álvaro solo puede contar con los dedos. Es ágil como una gácela moviéndolos pero, a veces, los números son demasiado grandes. Ha aprendido trucos para usar cuando los dedos se quedan cortos. Trucos para contar hasta doce, que son los años que tiene su perro, y trucos para sumar hasta treinta y cinco, que son los años que hoy cumple su padre.  Él solo tiene cinco, le caben en una mano, y así tiene otra para tirar de la oreja a su padre y a su perro y mandar besos a mami y ¡para rascarse si quiere!... Espera aprender muy pronto a contar hasta sesenta y nueve para sorprender a su abuelita, que cumple los años el mes que viene. Pero le harán falta las dos manos, y también  los pies. Tal vez le pida ayuda a su mejor amigo para que le preste todos sus dedos. Su abuelita merece eso y mucho más...

lunes, 15 de abril de 2013

#Cuentocontigo. Del revés

Hugo querría estar del revés. Tener la cabeza dónde están los pies. Ha practicado mucho y es capaz de caminar por casa con las manos. Por la calle aún no se atreve. Sobre todo porque las vecinas correrán a contárselo a su madre, y se armará un buen lío en casa. Su madre no entiende que le guste ver la vida cabeza abajo. ¡Te va a explotar la cabeza!, le dice constantemente. Y Hugo no sabe qué responder, ni siquiera cuando le obliga a mirarse al espejo y descubre que su cara está más roja que un tomate... Hugo se imagina una Torre Eiffel con la punta en el suelo y más ancha por arriba. Hugo cree que la Basílica del Pilar sería más interesante con las cuatro torres clavadas como patas de mesa y querría darle la vuelta al Castillo de Loarre. Hugo sueña con comerse el mundo por los ojos y conocer a la gente de pies a cabeza (y no al revés) Hugo querría ser un murciélago y dormir todo el día, para hacer realidad sus sueños cuando su madre duerma...

lunes, 25 de marzo de 2013

#Cuentocontigo. Aquella canción

Solo escuchó la canción una vez, y supo que la bailaría con alguien especial. Aquella canción que solo sonó una vez seguía girando en su cabeza semanas después. La tarareaba a diario, ensayaba el baile sobre su cama, la tenía dentro de su cabeza. Solo una vez se atrevió a confesar el secreto de su canción y todos se rieron de ella, así que no volvió a intentarlo. Aquella canción era solo suya y del eterno amor que un día tendría que llegar. El ansiado amor no llegó el día de su octavo cumpleaños. Tampoco en el noveno ni el décimo. Cuando cumplió los quince dudaba de la magia de la melodía y se negó a tararearla... pero la música seguía ahí dentro. 

Con dieciocho probó a desmitificar el asunto y trató de averiguar el título y autor de esa tonada que llevaba más de una década tatuada en su mente, pero la empresa no era tan fácil. Recorrió todas las tiendas de música de la ciudad, tarareando una y otra vez la sintonía, sin que nadie atinara a conocerla. Buscar al autor de su canción llegó a convertirse en su principal actividad y cuando tenía tiempo libre cogía el coche y ponía rumbo a pueblos y ciudades donde pudieran ayudarla pero nada de nada. Ni en tiendas, ni en asociaciones de bailes de salón, ni en la radio,... Cuatro años después, cansada de buscar, decidió olvidarlo todo, la canción y al príncipe azul inesperado. 

El día que cumplió veintitrés años estaba con sus amigos de viaje, en un pequeño pueblo de la sierra. Había verbena y todos se divertían en la plaza, ¡hasta la orquesta le dedicó el cumpleaños feliz!  A los muchachos del pueblo su presencia no les resultó indiferente, uno por uno la invitaron a bailar y le arrearon un par de besos como felicitación. Dijo a todos que no, con las excusas más variopintas hasta que descubrió que en la plaza había un chico que no se había acercado a ella. Parecía despistado, pensando en sus cosas. Decidió abordarle, más por divertimento que por interés y le tendió la mano cuando sonaba una lenta. El chico le dijo que no sabía bailar, pero ella no cedió hasta que los dos se colocaron en el centro de la plaza. 

-Tú sígueme, ya verás, es fácil. 

La mano de él apretaba su cintura y ella se dejó colgar de su cuello. La música sonó y ya no era tan desconocida. Ella comenzó a tararearla y él la  miró a los ojos. 

-¿Nos habíamos visto antes? preguntó él... 

-Yo llevo buscándote mucho tiempo... 

Al Bowlly. Guilty

lunes, 18 de marzo de 2013

#Cuentocontigo.La fuga

-¿Dónde está Eva? ¡Qué raro! Si estaba aquí hace un minuto.
-A mí me ha parecido verla junto a la ventana.
-¿La que está abierta?
-Si, sí. Estaba ahí mismo.
-La llamo al móvil y no lo coge.
-Y se ha dejado el abrigo y la bufanda...
-Desde luego no ha salido por la puerta, la hubiera visto.
-Y eso de ahí, ¿es una nota?
-Sí. Es de ella, pero no entiendo...
-¿Qué pone?
-No mucho, dice...  'Hace sol, adiós'

lunes, 11 de marzo de 2013

#Cuentocontigo. Cartón



Su casa era de cartón, su silla, su cama y sus mantas.
...Desapareció un día de lluvia.

lunes, 4 de marzo de 2013

#Cuentocontigo: La carrerita


Su padre coleccionaba azucarillos. Su madre, dedales. Su hermano mayor, etiquetas de cerveza y el menor, cromos. Él todavía no había encontrado qué coleccionar pero todo cambiaría el día que le regalaron una cámara de vídeo. Su afición surgió, como casi todo lo importante de la vida, por pura casualidad. Estaba sentado probado el zoom cuando sin darse cuenta grabó a una señora cruzando la calle con un gracioso trotecillo. La imagen apareció por la noche, y la volvió a ver una y otra vez. Pensó que todos somos muy graciosos cuando echamos una carrerilla improvisada, así que decidió cazarnos. Su lugar favorito, los pasos de peatones con semáforo. Ahí consiguió a todos los que no pueden esperar a la luz verde con su paso acelerado, su carrera con la lengua afuera, con las bolsas de la compra, con su chica de la mano, con paraguas, y en chanclas. Ahora, su colección es un orgullo familiar. No hay celebración en la que no le pidan ver sus vídeos. Y es que, todos somos muy graciosos cuando corremos por la calle.. Sí, tú también...

lunes, 25 de febrero de 2013

#Cuentocontigo: Amor cuatro estaciones


Lo suyo era amor, amor del bueno. Todo comenzó un día de invierno. Hacía tanto frío que los pájaros apenas podían volar. Pese a estar bajo cero, él no lo sentía. Vestía y comía helados como si fuera agosto. No podía evitarlo, era un tipo caluroso. De trato y de sensación térmica.

Ella en cambio nunca tenía bastante ropa de abrigo. Caminaba encogida por el frío como una señora de cien años, aunque no había cumplido los veinte. Por eso pasaba inadvertida para casi todos... 

Él en cambio parecía un cartel luminoso a medianoche. ¿Quién no iba a percatarse de que ese chaval caminaba a grandes zancadas con pantalón corto mientras la nieve caía sobre la ciudad? Ella le envidiaba, y pensó que tal vez estar cerca de él sería la solución.

Comenzó a seguirle, y lo cierto es que cuando se situaba detrás de él en los cruces de semáforo, o de pie en la parada del tranvía, tenía menos frío. Incluso parecía crecer un par de centímetros. Este bienestar le llevó a planear un acercamiento más íntimo. ¿Qué pasaría si consiguiera que él le diera la mano?...O mejor, ¿Qué sucedería si chocaban?.. 

Y así, la chica iceberg fue camino de su chico Titanic. Le vio avanzar por la avenida como cada mañana y corrió hacia él como un toro desbocado. Se produjo un gran choque, y cayeron al suelo. Ella, por suerte, quedó encima y esta vez, el Titanic no se hundió y la muchacha iceberg logró derretirse un poco. 

Tras ponerse en pie, sin decir aún palabra, ella se quitó una de las chaquetas de lana y comprobó que casi era tan alta como él. Incluso le pareció que una gota de sudor resbalaba entre sus rizos. Por su parte, don caluroso notó un leve escalofrío en la espalda y un extraño cosquilleo en el pecho. 

Y así comenzó su historia de amor. El más cálido y refrescante jamás vivido...

lunes, 11 de febrero de 2013

#Cuentocontigo: Amor por turnos



Ella le añoraba en cada rincón de la casa. Su camiseta de pijama aún estaba caliente, abandonada con prisas sobre la cama. Decidió ponérsela hasta que él regresara. Ese día le pareció que la espera se hizo más corta. Se lo contó durante sus dos horas de noche común, y cuando ella le dejó solo, pensó que también podría servirle. Vio su chaqueta de andar por casa junto al lecho y se abrazó a ella con ansia. Después de ducharse, volvió a ponérsela, intentando no estirarla demasiado. Ese olor de ella, le acompañó toda la mañana. Antes de irse le dejó una nota junto a la nevera. 'Me llevo tu chaqueta puesta, no puedo estar sin ti'...

Ella hacía otra vez su cena para uno y no podía ahogar la pena. Se puso el pijama de él, sus zapatillas y hasta su colonia. No dejó de sonreír hasta que al alba su verdadero dueño la abrazó en tamaño real. El traía la mejor de las noticias, esa semana pasaba al turno de mañana.