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lunes, 3 de junio de 2013

Cuento contigo. Las cerillas

Aquella historia no se iba de su cabeza. Y tenía miedo.

Le contaron que ser feliz es como ir encendiendo pequeñas cerillas en nuestro interior.
Cerillas que iluminan nuestra vida. Pero ser plenamente feliz tenía un riesgo. Si todos los fósforos prendían a la vez, se produciría un gran incendio y todo quedaría arrasado.

Aquella historia no se iba de su cabeza y ahora, por primera vez en su vida, tenía miedo.
Ahora, le conocía a él.
Le amaba.
La amaba.
Su amor era tan grande que podía prender cien cajas de fósforos.
Imposible querer menos cuando te quieren de veras...

Esperando el gran final, no podía dejar de mirarle hasta que dormía, y después, lloraba hasta el alba.
Tal vez sus lágrimas hicieran inservibles las cerillas.
 Tal vez sus lágrimas les salvaran de tanta felicidad...

(Inspirada en 'Como agua para chocolate', un libro que todavía me da miedo)

miércoles, 29 de mayo de 2013

#Cuentocontigo: Verano

El año que no hubo verano, se dieron menos primeros besos. En los pueblos nadie bailó en la verbena y la vendedora de helados no hizo el agosto. Sin verano, no hubo día de playa, piel bronceada ni camisetas de tirantes. Los dedos de los pies no pudieron saludar desde sus sandalias y diez mil treinta y siete niños no aprendieron a nadar. El año que no hubo verano no hubo trabajo en prácticas, ni becarios, ni rebajas en las tiendas. Ahora todos se preguntan dónde se fue el verano aquel. Un verano sin vacaciones, sin dinero, sin trabajo, sin alegrías, sin calor.

miércoles, 22 de mayo de 2013

9:11

-Buenos días.
-Buenos días.

Como cada mañana, a las 9:11 ella sale del portal de su casa, en el número 77 y me saluda.

Sé que su nombre es María, porque hace unas semanas alguién la llamó desde lejos y ella se dió la vuelta.
María, suena tan bonito como ella.
Por supuesto, de mí nada sabe.

Sólo que barro y recojo las hojas secas de los jardines de la urbanización.

Sólo que todos los días estoy a las 9:11 frente a su portal esperando oír su voz.

martes, 21 de mayo de 2013

Cuando sopla el viento...

...que en Zaragoza es día sí, día también, me imagino sentada en el cine, protegida del aire y en la pantalla: 'Lo que el viento se llevó'. Surco las calles 'Con faldas y a lo loco', y en busca de palomitas, que no vuelan... Por el Ebro diviso a Hugh Grant 'Remando al viento' y en los campos de cereal sopla  'El viento que agita la cebada'. Mientras tecleo esta entrada, Lauren Bacall me chiva: 'Escrito sobre el viento' y no dejo de oír 'El viento en los sauces'. La noche cae sin remedio y el ulular de Eolo ha despertado mi apetito. En el bol de palomitas, casi todas ya han volado.

lunes, 20 de mayo de 2013

#Cuentocontigo. Charcos


Samuel no pisa los charcos. Se acerca a ellos y los mira fijamente. Una vez, al asomarse, le pareció que algo se movía allí dentro, una especie de aleteo junto a su oreja derecha. Desde ese día, se ha convertido en el primer vigilante de charcos del mundo. Tras la lluvia, Samuel hace guardia para que las criaturas que viven allí dentro no salgan a invadir su casa, ni la nuestra, ni el colegio o la verdulería. Cuando los aguaceros son fuertes, pasa la noche en vela, pegado a la ventana, con prismáticos y en completo silencio. Tiene el presentimiento de que si deja de mirar, los de debajo de los charcos aprovecharán para colarse en su barrio. Samuel ya no quiere que su madre le prepare la bañera, y no quiere ni pensar en ir a la piscina. Le parecen charcos grandes. No se lo ha dicho a nadie, pero tiene miedo de que le estiren de los pies cuando nada o se enjabona y le lleven a vivir al mundo que crece debajo del agua

lunes, 13 de mayo de 2013

#Cuentocontigo. Navidad en abril

La ciudad flotaba entre pequeñas bolas blancas. Las mujeres estornudaban sin cesar. Los hombres se frotaban los ojos y los niños se tapaban la nariz y la boca para no tragarlas. A mediodía, la leve brisa se convirtió en vendaval y las bolitas crecieron. Un halo blanco lo pintaba todo. Las autoridades recomendaron a mayores y pequeños quedarse en casa, y no abrir las ventanas. Los adultos, a duras penas podían caminar, tapados hasta los ojos con fulares, mascarillas y gafas de esquiar. El tráfico era un caos. Los tranvías pararon. La ciudad se quedó desierta bajo una intenso baile de grandes copos blancos. Y en el hospital, doña Aurora lloraba de alegría. Para ella la peor invasión de polen primaveral acontecida en la ciudad no era sino la nevada que anuncia la Navidad, y solo en Navidad su hijo Andrés podía venir a visitarla...

Andrés le besó la mano y antes de despedirse de ella para siempre aún tuvo tiempo de desearle Feliz Navidad, en abril.


lunes, 6 de mayo de 2013

#Cuentocontigo: El cuentadedos

Álvaro solo puede contar con los dedos. Es ágil como una gácela moviéndolos pero, a veces, los números son demasiado grandes. Ha aprendido trucos para usar cuando los dedos se quedan cortos. Trucos para contar hasta doce, que son los años que tiene su perro, y trucos para sumar hasta treinta y cinco, que son los años que hoy cumple su padre.  Él solo tiene cinco, le caben en una mano, y así tiene otra para tirar de la oreja a su padre y a su perro y mandar besos a mami y ¡para rascarse si quiere!... Espera aprender muy pronto a contar hasta sesenta y nueve para sorprender a su abuelita, que cumple los años el mes que viene. Pero le harán falta las dos manos, y también  los pies. Tal vez le pida ayuda a su mejor amigo para que le preste todos sus dedos. Su abuelita merece eso y mucho más...

lunes, 15 de abril de 2013

#Cuentocontigo. Del revés

Hugo querría estar del revés. Tener la cabeza dónde están los pies. Ha practicado mucho y es capaz de caminar por casa con las manos. Por la calle aún no se atreve. Sobre todo porque las vecinas correrán a contárselo a su madre, y se armará un buen lío en casa. Su madre no entiende que le guste ver la vida cabeza abajo. ¡Te va a explotar la cabeza!, le dice constantemente. Y Hugo no sabe qué responder, ni siquiera cuando le obliga a mirarse al espejo y descubre que su cara está más roja que un tomate... Hugo se imagina una Torre Eiffel con la punta en el suelo y más ancha por arriba. Hugo cree que la Basílica del Pilar sería más interesante con las cuatro torres clavadas como patas de mesa y querría darle la vuelta al Castillo de Loarre. Hugo sueña con comerse el mundo por los ojos y conocer a la gente de pies a cabeza (y no al revés) Hugo querría ser un murciélago y dormir todo el día, para hacer realidad sus sueños cuando su madre duerma...

lunes, 25 de marzo de 2013

#Cuentocontigo. Aquella canción

Solo escuchó la canción una vez, y supo que la bailaría con alguien especial. Aquella canción que solo sonó una vez seguía girando en su cabeza semanas después. La tarareaba a diario, ensayaba el baile sobre su cama, la tenía dentro de su cabeza. Solo una vez se atrevió a confesar el secreto de su canción y todos se rieron de ella, así que no volvió a intentarlo. Aquella canción era solo suya y del eterno amor que un día tendría que llegar. El ansiado amor no llegó el día de su octavo cumpleaños. Tampoco en el noveno ni el décimo. Cuando cumplió los quince dudaba de la magia de la melodía y se negó a tararearla... pero la música seguía ahí dentro. 

Con dieciocho probó a desmitificar el asunto y trató de averiguar el título y autor de esa tonada que llevaba más de una década tatuada en su mente, pero la empresa no era tan fácil. Recorrió todas las tiendas de música de la ciudad, tarareando una y otra vez la sintonía, sin que nadie atinara a conocerla. Buscar al autor de su canción llegó a convertirse en su principal actividad y cuando tenía tiempo libre cogía el coche y ponía rumbo a pueblos y ciudades donde pudieran ayudarla pero nada de nada. Ni en tiendas, ni en asociaciones de bailes de salón, ni en la radio,... Cuatro años después, cansada de buscar, decidió olvidarlo todo, la canción y al príncipe azul inesperado. 

El día que cumplió veintitrés años estaba con sus amigos de viaje, en un pequeño pueblo de la sierra. Había verbena y todos se divertían en la plaza, ¡hasta la orquesta le dedicó el cumpleaños feliz!  A los muchachos del pueblo su presencia no les resultó indiferente, uno por uno la invitaron a bailar y le arrearon un par de besos como felicitación. Dijo a todos que no, con las excusas más variopintas hasta que descubrió que en la plaza había un chico que no se había acercado a ella. Parecía despistado, pensando en sus cosas. Decidió abordarle, más por divertimento que por interés y le tendió la mano cuando sonaba una lenta. El chico le dijo que no sabía bailar, pero ella no cedió hasta que los dos se colocaron en el centro de la plaza. 

-Tú sígueme, ya verás, es fácil. 

La mano de él apretaba su cintura y ella se dejó colgar de su cuello. La música sonó y ya no era tan desconocida. Ella comenzó a tararearla y él la  miró a los ojos. 

-¿Nos habíamos visto antes? preguntó él... 

-Yo llevo buscándote mucho tiempo... 

Al Bowlly. Guilty

lunes, 11 de marzo de 2013

#Cuentocontigo. Cartón



Su casa era de cartón, su silla, su cama y sus mantas.
...Desapareció un día de lluvia.

lunes, 4 de marzo de 2013

#Cuentocontigo: La carrerita


Su padre coleccionaba azucarillos. Su madre, dedales. Su hermano mayor, etiquetas de cerveza y el menor, cromos. Él todavía no había encontrado qué coleccionar pero todo cambiaría el día que le regalaron una cámara de vídeo. Su afición surgió, como casi todo lo importante de la vida, por pura casualidad. Estaba sentado probado el zoom cuando sin darse cuenta grabó a una señora cruzando la calle con un gracioso trotecillo. La imagen apareció por la noche, y la volvió a ver una y otra vez. Pensó que todos somos muy graciosos cuando echamos una carrerilla improvisada, así que decidió cazarnos. Su lugar favorito, los pasos de peatones con semáforo. Ahí consiguió a todos los que no pueden esperar a la luz verde con su paso acelerado, su carrera con la lengua afuera, con las bolsas de la compra, con su chica de la mano, con paraguas, y en chanclas. Ahora, su colección es un orgullo familiar. No hay celebración en la que no le pidan ver sus vídeos. Y es que, todos somos muy graciosos cuando corremos por la calle.. Sí, tú también...

lunes, 25 de febrero de 2013

#Cuentocontigo: Amor cuatro estaciones


Lo suyo era amor, amor del bueno. Todo comenzó un día de invierno. Hacía tanto frío que los pájaros apenas podían volar. Pese a estar bajo cero, él no lo sentía. Vestía y comía helados como si fuera agosto. No podía evitarlo, era un tipo caluroso. De trato y de sensación térmica.

Ella en cambio nunca tenía bastante ropa de abrigo. Caminaba encogida por el frío como una señora de cien años, aunque no había cumplido los veinte. Por eso pasaba inadvertida para casi todos... 

Él en cambio parecía un cartel luminoso a medianoche. ¿Quién no iba a percatarse de que ese chaval caminaba a grandes zancadas con pantalón corto mientras la nieve caía sobre la ciudad? Ella le envidiaba, y pensó que tal vez estar cerca de él sería la solución.

Comenzó a seguirle, y lo cierto es que cuando se situaba detrás de él en los cruces de semáforo, o de pie en la parada del tranvía, tenía menos frío. Incluso parecía crecer un par de centímetros. Este bienestar le llevó a planear un acercamiento más íntimo. ¿Qué pasaría si consiguiera que él le diera la mano?...O mejor, ¿Qué sucedería si chocaban?.. 

Y así, la chica iceberg fue camino de su chico Titanic. Le vio avanzar por la avenida como cada mañana y corrió hacia él como un toro desbocado. Se produjo un gran choque, y cayeron al suelo. Ella, por suerte, quedó encima y esta vez, el Titanic no se hundió y la muchacha iceberg logró derretirse un poco. 

Tras ponerse en pie, sin decir aún palabra, ella se quitó una de las chaquetas de lana y comprobó que casi era tan alta como él. Incluso le pareció que una gota de sudor resbalaba entre sus rizos. Por su parte, don caluroso notó un leve escalofrío en la espalda y un extraño cosquilleo en el pecho. 

Y así comenzó su historia de amor. El más cálido y refrescante jamás vivido...

lunes, 11 de febrero de 2013

#Cuentocontigo: Amor por turnos



Ella le añoraba en cada rincón de la casa. Su camiseta de pijama aún estaba caliente, abandonada con prisas sobre la cama. Decidió ponérsela hasta que él regresara. Ese día le pareció que la espera se hizo más corta. Se lo contó durante sus dos horas de noche común, y cuando ella le dejó solo, pensó que también podría servirle. Vio su chaqueta de andar por casa junto al lecho y se abrazó a ella con ansia. Después de ducharse, volvió a ponérsela, intentando no estirarla demasiado. Ese olor de ella, le acompañó toda la mañana. Antes de irse le dejó una nota junto a la nevera. 'Me llevo tu chaqueta puesta, no puedo estar sin ti'...

Ella hacía otra vez su cena para uno y no podía ahogar la pena. Se puso el pijama de él, sus zapatillas y hasta su colonia. No dejó de sonreír hasta que al alba su verdadero dueño la abrazó en tamaño real. El traía la mejor de las noticias, esa semana pasaba al turno de mañana.


lunes, 28 de enero de 2013

#Cuentocontigo: Pintor de cuentos

Le contaban cuentos para dormir, pero surtían el efecto contrario. Su madre salía con sigilo de la habitación, y él esperaba a que cerrase la puerta para dibujar todo lo que había imaginado mientras ella leía. Castillos y princesas, hadas y duendes se paseaban por su cuaderno secreto. También perros y caballos blancos que eran capaces de volar y hablar como las personas. Las noches de insomnio le pasaban factura por la mañana. En clase no podía concentrarse y no aprendía a leer. La maestra mandó recado. Dijo que había que contarle menos cuentos, tenía que leerlos por sí mismo. Las noches fueron aún más largas e insomnes desde entonces, y los dibujos se multiplicaron. Comenzó a ilustrar sus propios cuentos. Y cuando el cuaderno secreto estuvo repleto, empezó por las paredes. En una noche convirtió su dormitorio en un bosque encantado poblado por las más extrañas criaturas. Elfos, unicornios, elefantes enanos y gallinas con pelo. La nueva decoración no gustó mucho a sus padres, que decidieron que era mejor para todos seguir leyendo cuentos al pequeño. Esta noche comenzarán a contarle la historia de la letra a, la que permite pintar alondras, avestruces, anoraks, abetos y abrazos. Y cuando es mayúscula te lleva a Alaska, Almería, Argentina y Amsterdam. Buen viaje, niño.

lunes, 21 de enero de 2013

#Cuentocontigo: Insomnio en bloque

No funcionaron las nanas, ni las tilas, ni contar ovejas. Esa noche todos dieron infinitas vueltas en sus camas. Sacaron los pies de las sábanas, volvieron a hacerlas y deshacerlas. Recorrieron cientos de metros de ida y vuelta al lavabo, sin hallar el sueño perdido. Tosieron, suspiraron, incluso bostezaron, pero nadie roncó, ni tuvo pesadillas ni babeó en su almohada... Esa noche ningún vecino del bloque F pegó ojo. Once plantas, cuatro familias en cada una, todos contaron las horas de los relojes y aguardaron al alba. Con los primeros rayos de luz subieron sus persianas. Se rindieron a la ducha y desayunaron en silencio. Nadie se deseó los buenos días aquella mañana, ni hubo saludos, ni referencias al tiempo o la salud. Niños y abuelos, padres, estudiantes y suegras huyeron del insomnio, con pocas palabras y ojos de miedo. Uno tras otro colgaron el cartel de 'se alquila', y se marcharon sin despedirse. A veces, por un sueño hay que abandonarlo todo.

lunes, 14 de enero de 2013

#Cuentocontigo:Clases particulares

A Raúl siempre le lloraban los ojos, pero no estaba triste. En clase todos se burlaban de él, menos yo. Me parecía que alguien con el don de llorar y hacer problemas de matemáticas a la vez, era un ser de otro planeta. 

Era muy bueno con matemáticas Raúl, sin embargo, siempre sacaba malas notas en lengua y literatura. Sus dictados eran ilegibles y la profesora, Doña Inés, no podía corregirlos. Era por las lágrimas. Sus grandes gotas saladas siempre echaban a perder el texto. El papel se llenaba de agujeros y Raúl estaba convencido de que las palabras se escapaban por ahí. Yo también lo pensaba. Eso y que Raúl podía ayudarme con las fracciones y yo le echaría una mano con su fuga de palabras. 

Cerramos el trato con un apretón de manos y un mar de lágrimas. Esa tarde empezarían nuestras clases particulares. Comenzó él. Vino cargado de tartas Las había de moras, de queso, de chocolate y de limón. De distintos tamaños, divididas en muchos trozos. Dijo que así aprendería a sumar y restar quebrados. Y acertó. Llegó después mi turno. Le regalé mi bolígrafo especial y le propuse escribir los dictados con el cuaderno apoyado en la pared. ¡Increíble! Un dictado perfecto. Desde entonces, su cuaderno es como un sábana secándose al sol bordada de palabras. Y yo he aprendido mucho de fracciones, y también de tartas y bizcochos.

lunes, 7 de enero de 2013

#Cuentocontigo: El pueblo de las tres veletas



"sigue sin soplar el viento..."


He encontrado esta frase apuntada en un viejo cuaderno. No sé cuándo la escribí, pero sin duda es el principio de un cuento. El primero del año. Veamos si te gusta como sigue...

"... Los vecinos se turnan para hacer guardia en lo alto del campanario. Si las nubes se van, harán sonar la campana. Pero han pasado meses, y las nubes siguen ahí. No dejan ver la luz del sol, ni el arcoíris La ropa no se seca en los balcones y los cabellos de las mujeres han vuelto a hacerse moño. Todo está quieto. Las faldas ya no tienen volantes, y han olvidado el vuelo de las cometas, de los pájaros, de los aviones,... Los sueños se han quedado también al otro lado de las nubes, como los globos y las estrellas" 

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Columnista:Cuento de Navidad

Publicado el lunes, 17 de diciembre de 2012
Diario de Teruel
(Es una historia real)


Vestía abrigo y bufanda de colores sufridos, pero las zapatillas de estar por casa color azul chillón desentonaban del resto. Señoras muy enseñoreadas, habituales en esa calle del centro, la miraban de soslayo y seguían su camino. Todos la miraban, pero nadie hacía nada. Eran más de las diez de la noche y me extrañó que la señora en zapatillas siguiera clavada en esa esquina, me acerqué y le pregunté si estaba bien. Ella tardó en reaccionar pero al verme expresó su angustia; no sabía dónde estaba ni cómo había llegado allí. Me dijo que se llamaba Miguela, que tenía 87 años. La ayudé a orientarse pero estaba muy lejos de casa para volver a pie, y no quería que llamara a un taxi, ni coger un autobús. A esas alturas tampoco yo me fiaba de dejarla sola. Miguela se lamentaba de su destino, era la primera vez que le pasaba algo así, me contaba. Nadie la esperaba en casa y mejor no decir nada a los hijos, me respondió. ¡Qué torpe soy!, se lamentaba, mientras se asía con fuerza a mi brazo. Llamé al 112, enviaron poco después a la policía nacional, les conté cómo encontré a Miguela. Ella nos pidió perdón a todos por molestar. Nos despedimos con un fuerte abrazo. Le pregunté el apellido para buscarla en la guía telefónica. Hoy la he llamado. Dice que está bien, que no entiende qué pasó ayer. Me ha prometido que el lunes irá al médico y yo que la llamaré de vez en cuando. Esta historia podría ser un cuento de Navidad, pero es real y por el momento, termina con final feliz.

lunes, 10 de diciembre de 2012

#Cuentocontigo: Castigado


A Jorge ya no le daba miedo que le castigaran en el cuarto oscuro. Ahora, aquella oscuridad era su hábitat natural. Con escobas, recogedor y el plástico de hule se construyó una tienda de campaña, y allí dentro, nada podía pasarle porque tenía su arma mágica. La linterna de cuerda que su amigo Adrián le había regalado por su cumpleaños.

Así descubrió que el cuarto oscuro era un trastero lleno de posibilidades. Allí montó su primer mecano de verdad, con la caja de herramientas de su padre; y también hizo ebanistería, fontanería y se formó en el gotelé. Aprendió a zurcir calcetines con el costurero de su madre, y mostró mucha maña con el punto de cruz, la vainica y el ganchillo. No era fácil dar cuerda a la linterna a la vez, pero Jorge se convirtió en todo un manitas. 

Siendo sinceros, solo pasó miedo en una ocasión. La culpable fue una arañita de menos de un centímetro pero cuya sombra proyectada en la tienda de campaña la convirtió en el monstruo gigante del cuarto oscuro. 

Ahora, la araña es su mascota y juntos están tejiendo una gran tela para subir hasta el techo y desde ahí, ¿quién sabe? Todo un mundo de aventuras les espera...

lunes, 3 de diciembre de 2012

#Cuentocontigo.:Coloreando

Dos días sin ver el sol fueron demasiado para su flaco optimismo. Probó a llevar unas gafas de cristales azules. Pero el gris exterior era igualmente gris. Pintó su casa de colores pastel, dibujó un enorme astro rey en el centro del techo de su habitación y puso debajo la toalla de playa. No. No era el mismo sol. Y ya hacía un semana que no sabía nada de él. Colocó por las paredes carteles de 'Se busca', con una foto reciente del sol, del verano pasado. Nadie llamó ni para preguntar por la recompensa. Entonces tuvo que seguir adelante con su plan. Pintó muros y aceras, coches, farolas, perros grandes y pequeños. Hasta la barba de algún señor. Rosa, rojo, azul, blanco, verde, naranja. Lo pintó todo de todos los colores. Y hasta la luna se puso celosa y se quedó llena para siempre, para que la noche brillase como el día y  todos los niños de oncología pudieran seguir dibujando sus mundos de colores, hasta hacerlos realidad.