martes, 23 de abril de 2024

#Comelibros: La vida en un puño (Perico Fernández)

La vida en un puño
por José Antonio Ciria y Mariano Gistaín

Los libros de El día, 1987

¡Sé lo que hicisteis aquel verano de 1987! Bien podríamos empezar así una conversación con estos dos titanes del periodismo aragonés: Ciria y Gistaín, y también al no firmante Luis Alegre. Los tres mosqueteros que en las páginas del extinto "El Día" retrataron la vida y milagros de aquel campeón del mundo que paseaba tranquilo por la Zaragoza de los ochenta, un tal "Perico Fernández" De sus charlas con él y sus pesquisas además de la publicación diaria en prensa, surgieron estos dos tomos que retratan la biografía del campeón hasta el año 87. Ciria y Gistaín bebieron del libro de Alberto Maestro y lo nutrieron de su periodismo fresco y joven. He tenido la suerte de leerlo antes de entrevistarles para un programa especial sobre Perico, y ha sido una de mis mejores experiencias como periodista (e incluso como persona, que diría el anecdotario). Os recomiendo su lectura para conocer la vida del campeón hasta el año 87, su historia familiar y la semblanza de la Zaragoza y España de la época. #04 #Lecturas2024

jueves, 18 de abril de 2024

#Comelibros: La montaña mágica

La montaña mágica
por Thomas Mann

Publicada en 1924
Edición actual, Edhasa 2009
Traducción: Isabel García Adánez
1.056 páginas


He convivido dos largos meses junto a Hans Castorp. Le acompañé desde el trayecto en tren que le llevaría de su casa en Alemania al sanatorio de Davos Platz en Suiza. Allí asistí al encuentro con su primo Joachim, militar convaleciente al que quería animar durante unas semanas de sus vacaciones. Pronto entendimos ambos, Hans y yo, que en la montaña mágica que acabábamos de pisar el tiempo no se regía por las reglas que conocíamos. Allí una semana o cinco, ¡qué mas dan! La medida de ese tiempo que se deforma y se estira son las visitas médicas, esas que marcarán el devenir del enfermo. Sí, es un libro complejo y tedioso por sus minuciosas transcripciones de las conversaciones filosóficas, políticas, religiosas o literarias de los personajes que pronto conocerá Hans y que le permitirán crecer, cultivarse,... hacerse preguntas. Son Settembrini, su principal maestro y poco después, Naphta. El joven Castorp llega a despegarse totalmente de lo que pasa en el mundo de allá abajo. Los enfermos del sanatorio han creado su propio universo, ajeno al clima político revuelto previo a la primera guerra mundial y cuyos extremos también llegan hasta el sanatorio a través de sus dos maestros... Por supuesto, hay espacio para el enamoramiento, y el desamor; para la amistad, la admiración del paisaje y el duelo. Esta novela cumple un siglo, y posiblemente no ha envejecido bien... en tiempos de mensajes cortos, leer mil páginas es sin duda todo un reto, pero confieso que estos dos meses en Davos han tenido cierto efecto de desconexión "del mundanal ruido"... Juzguen ahora ustedes si quieren subir y bajar de esta montaña. #03 #2024

sábado, 27 de enero de 2024

#Comelibros: La campana de cristal

La campana de cristal
por Sylvia Plath

Publicada en 1963
Literatura Random House, 2019
272 páginas

Esther Greenwood es una joven prometedora que parece tener todo lo que una chica de su edad puede desear: un novio que pronto será médico, un don para la escritura y acaba de ganar una beca para trabajar en una revista de New York, sin embargo,... algo no acaba de encajar. Esther pronto se da cuenta de que la sociedad no va a permitirle realizar sus sueños. Esto le lleva a hundirse, a vivir -como ella explica- dentro de una campana de cristal que impide ver más allá, que incluso borra su propia identidad. En los cincuenta, la solución era el tratamiento con electroshock y el internamiento. Esta es la única novela de Sylvia Plath y en Esther encontramos su alter ego y muchos jirones y cicatrices de su corta vida. Tiene más de sesenta años esta campana, pero sigue siendo fiel al sentimiento de muchas mujeres que tienen que luchar entre lo que ellas quieren y lo que los demás esperan de ellas. No sé por qué hablo en tercera persona. Todas en algún momento hemos sentido el dolor de esa Esther que ve disolverse sus ilusiones y no sabe cuál es su lugar en el mundo; un mundo del que no se sienten parte pero que implacablemente gira sobre su eje día tras día. #02 #Lecturas2024

domingo, 14 de enero de 2024

#Comelibros: Si una noche de invierno un viajero

Si una noche de invierno un viajero
por Italo Calvino

Publicada en 1979
Siruela, 2023
272 páginas

El placer de leer novelas y la angustia de no saber cómo terminan. Un miedo que todos los que disfrutamos del placer de la lectura podemos entender. He ahí el brete en el que caeremos atrapados cuando esta maravilla escrita por Calvino en 1979 caiga en nuestras manos. Maravilla que puede resultar bastante compleja en algunos capítulos. Empecemos por el principio, ¿de qué va? Veamos, todo arranca contigo, sí, contigo cuando tienes este libro de Calvino entre las manos. Comienzas a hojearlo y te das cuenta de que está mal impreso, y falta buena parte del texto. Es entonces cuando regresas a la librería para cambiar el tomo por otro que no tenga defectos y ahí te topas con otra lectora a la que acontece la misma confusión. Ella es Ludmilla. Intercambiáis teléfonos y os lleváis los nuevos ejemplares para quizá después comentarlos juntos. Sin embargo, el libro que ahora vais a empezar  no se parece en nada al anterior. Es una nueva historia que también os atrapa y que se corta de forma abrupta ¡otra vez! Y así hasta diez; y así irás acercándote a Ludmilla, y a su hermana, y a la lengua cimeria y al profesor universitario Uzzi Tuzzi... ¡Para volverse loco!  Pues así he comenzado el año, con este artefacto perfectamente construido que anticipa la "metaficción" o lo que es lo mismo, la ficción dentro de la ficción. Si os gustan los juegos literarios, no debéis perderos éste. Y si os animáis, tenéis diez principios de novela que buscan final (yo encantada de echar una mano). #01 #Lecturas2024

viernes, 5 de enero de 2024

#LoqueVeo: Burger Gym










BURGER GYM

El misterio se ha desvelado. Tras semanas de obras siamesas a uno y otro lado de la calle, ya sabemos qué comercios van a abrir. Todos hemos perdido la apuesta. Ni farmacia, ni floristería, ni taller mecánico, los elegidos son otra hamburguesería y un nuevo gimnasio raro. De una punta a otra de la calle ya sumamos tres de cada. Será que lo único que se necesita en el año 2024 es estar en forma y comer bocadillos redondos. 

No hace tanto, mi primera visión matutina era el expositor de periódicos y revistas del quiosco de Doña Carmen. Antes lo regentó su marido, pero cuando falleció ella cogió las riendas del establecimiento. Su persiana siempre estaba arriba, sus buenos días o su cómo estás acompañaban los titulares y las fotos sonrientes de las celebrities del papel couché. También vendía caramelos clásicos y otros “más del gusto de los chicos de ahora”, reía ella. Le costó lo de incorporar el cobro con tarjeta y lo hacía a regañadientes. “¡Donde estén los billetes y las monedas…! ¡Si oírlas sonar ya te da alegría!”, coreaba mientras movía sus bolsillos repletos de céntimos siempre preparados para dar los cambios con rapidez y precisión. Pero Doña Carmen quería jubilarse; la venta de periódicos y chucherías ya no daba para vivir, se lamentaba. Se despidió de mí el 31 de diciembre, “echo la persiana, hija. Cuídate. Me vuelvo al pueblo”. 

No fue la única que me abandonó. Diez pasos por delante seguía vacío el local de Ernesto. Allí se vendía fiambre, y sardinas rancias; también legumbres a granel, y olivas y bacalao… Aún se leía el cartel de ultramarinos. ¡Qué palabra! “Ultra significa más allá; marino del mar”, me enseñó mi madre hace una eternidad, cuando yo empezaba a deletrear torpemente y descubrí esa palabra increíble. “No hay dos sin tres. Esto es una epidemia”, había profetizado el tendero, y su vaticinio se cumplió a rajatabla. Cerró también para siempre la mercería del número 24; detrás del mostrador trajinaba La Emilia. Capaz de vender imperdibles, corchetes y tricotar a la vez; la reina de las rodilleras que marcaron mi infancia de juegos. “Se acabó lo que se daba, anunció un buen día. Nadie viene, y aquí no me quedo a esperar. ¡Si es que no saben ni coser un botón!; ¡y de coger el doble de un pantalón ni te cuento! Que se rompe algo, ¡se tira y se compra nuevo!. La Emilia regaló a los clientes de toda la vida bobinas de hilo de colores que no había podido facturar y se llevó del brazo a su Nicanor. ¿No os he hablado de Nicanor? ¡El de la tasca! ¡La de cafés, caracolas, churros y cañas con espuma que me ha servido! Y mira que el bar era feo, antiguo y poco "escoscao" que decimos por aquí; vamos, tal y como eran antes los bares: suelos pegajosos plagados de servilletas sucias y palillos y un olor penetrante a faria y fritanga. ¡Pero Nicanor era Nicanor! El rey de los refranes, el cronista del barrio, el mejor embajador del miracielos, el mejillón carioca y la tortilla de patata.

En mi ensoñación de las tempranas horas, en las que no hay café con churros de Nicanor, ni un titular de prensa que comentar; en este presente nostálgico forrado de carteles de se traspasa y cerrado por jubilación, imagino que Ernesto y Doña Carmen sorben animadamente mojitos y caipiriñas a bordo de un crucero, mientras se juegan unos céntimos al guiñote con La Emilia y Nicanor. Ahí los visualizo, navegando en ese ultramar que está más allá de mí; más allá de esta calle silenciosa y extraña en la que nadie da ya los buenos días ni sabe cómo te llamas. 

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