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viernes, 11 de diciembre de 2020

MI RELATO PRESENTADO EN MEXICO


Soñar es gratis y permite realizar lo irrealizable, pero en ocasiones los sueños se cumplen y mi relato "Pasos en la azotea" inspirado durante el confinamiento por las charlas on-line con Rosa Montero, ha sido de nuevo publicado en una antología titulada: "Labios rojos, chocolate y una rosa" que reúne las 30 obras seleccionadas por un jurado profesional de Mexico gracias al impulso de Maru San Martín.

El libro se presentó virtualmente ayer (10 de diciembre, 19:00h hora española) en la I Feria nacional de  escritoras mexicanas (FENALEM). A partir del minuto 42 está mi intervención. 

Gracias, seguiremos soñando (no, dormidas)

viernes, 27 de marzo de 2020

#Cuarentecuento: Bote de garbanzos


#Confinamiento1
Ana. Soltera. 32 años. Sin gato ni perro. Sin relación sentimental estable (ni inestable). Amigos virtuales, unos cuantos; de carne y hueso, uno en la otra punta del mundo. Definida como "workaholic" en inglés; en español, adicta al trabajo. Trabaja desde casa (antes del Estado de Alarma, también). Una vez etiquetada la personalidad de Ana, os cuento que en estos días de confinamiento ha decidido aprovisionarse y llenar su... le llama despensa, pero solo es la parte de abajo de un armario de cocina. Lo habitual en su "despensa" es encontrar un par de sopas de sobre (caducadas), alguna lata exótica, y con exótica nos referimos a leche de coco, o fabada asturiana light (no se distingue bien la fecha recomendada de consumo) y medio saquete de sal mal cerrado. Ana, ha decidido ser responsable y dar a ese pequeño reducto de su cocina la dimensión de almacén de productos de primera necesidad que el confinamiento merece. 

domingo, 31 de diciembre de 2017

Paseante dominical #Cuentocontigo: Periodista de guardia

Esta nueva historia hacía meses que dormía en un cajón. Qué mejor manera de dar la bienvenida a un nuevo año que proponerme continuarla, ésta y muchas otras. ¡Espero que os guste!


PERIODISTA DE GUARDIA

Es 24 de diciembre, casi medianoche y estoy completamente sola en la redacción, por cuarto año consecutivo. Solteros o casados sin hijos siempre hemos sido los candidatos ideales para trabajar en Navidad pero esta vez todos querían ponerse en mi lugar. ¡Cómo si los increíbles acontecimientos del año pasado fueran a repetirse! Hay momentos que sólo pasan una vez una vez en la vida.


Capítulo 1. HACE UN AÑO

En una noche como ésta no hay mucho trabajo. Lo habitual es hacer una ronda telefónica a Policía Local y Guardia Civil cada hora para interesarse por los percances domésticos navideños: cortes con el cuchillo jamonero, indigestiones y vecinos ruidosos. Una jornada laboral tranquila y no muy bien pagada que termina a las 6:30 de la mañana. ¿He dicho que suele ser una jornada tranquila? Hace exactamente doce meses, en la soledad de la emisora vacía, el sonido del teléfono me dio un susto de muerte. Era Salcedo, el cabo de la Guardia Civil. Quería avisarme de que la noche se había complicado: tres menores habían desaparecido, para más INRI un camión de cerdos había sido saboteado y los marranos corrían a sus anchas por las calles.


-¿Qué edades tienes los chicos? ¿Hay relación entre ellos?... El cabo me cortó antes de que pudiera seguir con el interrogatorio.


-Olga, son menores, no puedo facilitar aún más información, solo quería que estuvieras al tanto. Cuando sepa algo más te avisaré.

-Bueno, Salcedo, pues dígame algo más de los cerdos, ¿de cuántos estamos hablando? ¿Alguna incidencia de tráfico? ¿Podría tratarse de un robo frustrado?

El cabo fue lacónico y se despidió con prisa, así que decidí investigar por mi cuenta. Había dos empresas de cerdos en la ciudad, no podía ser tan difícil contrastar con ellos el incidente. El teléfono volvió a sonar para mi alarma pocos segundos después. Esta vez no era la Guardia Civil, sino una madre aterrorizada que me pidió ayuda para encontrar a su hijo desaparecido.

-Si pudiera anunciarlo en la radio, seguro que alguien le ha visto, tiene solo 8 años, lleva el pijama y zapatillas, ha huido por la ventana, vivimos en un primero ¿sabe? He ido a arroparle para asegurarme de que dormía y había una almohada en su lugar, ¡pero si solo es un crío!, ¿Dónde ha visto esas cosas?

La mujer describió sus ropas y dijo desconocer si era una fuga en solitario o había más niños implicados. Seguía hablando con ella cuando otro teléfono de redacción comenzó a sonar. Le pedí que no colgara y corrí a atenderlo. Increíble. El dueño del camión de cerdos llamaba para pedir la colaboración ciudadana y recuperar sus marranos. Apunté su teléfono y volví con la madre. Había colgado. Faltaban menos de 10 minutos para el boletín de medianoche y de repente tenía más información de la que podía contrastar. ¡Y yo que creía que iba a ser una noche aburrida! Redacté lo que tenía y me encaminé al estudio para la emisión en directo. Otro teléfono volvió a sonar, ¡esto era demasiado! Ojalá fuera Salcedo y tuviera buenas noticia. Efectivamente era el cabo, pero las noticias eran poco tranquilizadoras En casa de uno de los niños había un mensaje reivindicando el secuestro. Una organización denominada LIBERAD INOCENTES se hacía responsable. La nota impresa tenía alguna falta de ortografía, como si hubiera sido escrita por una persona extranjera aseguraba Salcedo.

-¿El niño se llama Sergio? Me ha llamado su madre, quiere que lo anuncie en la radio. Está muy preocupada y…

-Olga, te ruego que no lo difundas. Podemos dar pistas a los posibles captores. No sabemos a qué o quiénes nos enfrentamos. Danos tiempo. Por cierto, además de los cerdos ha habido otro incidente. Han robado los bogavantes de una marisquería. Diez ejemplares que iban para las comidas de Navidad. No tenemos tiempo ahora de revisar las cámaras de seguridad. En cuanto resolvamos el tema de los críos, te cuento más. Buenas noches.

A dos minutos del boletín informativo y una servidora tenía la cabeza en blanco. Una madre pedía mi ayuda, pero la Guardia Civil me rogaba que no informara. Solo podía hablar de cerdos liberados y bogavantes desaparecidos. Al terminar la emisión haría una investigación de campo. Esos niños me necesitaban…

viernes, 24 de junio de 2016

#Cuentocontigo. Los López

Aquel domingo fue a curiosear al pequeño rastro de los coleccionistas. No  buscaba nada en concreto. Entre todos los cachivaches le llamó atención una pequeña caja metálica, casi descolorida, en la que se leía su mismo apellido. Aunque apellidarse López no era un hecho exótico, le pareció que aquella cajita era especial. 

La colocó junto a su colección de discos antiguos y libros de viejo y la mostró orgulloso a su mujer, que por curiosidad innata la abrió. Un buen puñado de fotos en blanco y negro con relieve dentado cayeron al parqué. Algunas fotografías tenían detrás una dedicatoria con fecha; otras solamente un nombre, su mismo nombre: Luis López. 


El otro Luis pasó ante sus ojos siendo un crío de pecho ante la pila bautismal; sobre una bicicleta; jugando con varios perros; vestido de militar; el día de su boda; con un hijo pequeño en brazos; al volante de un seiscientos; con más hijos en brazos; junto a una calabaza de 20 kilos; celebrando la Nochevieja; en la boda de su hijo; posando junto a dos nietos y sentado al sol con una manta y una gran sonrisa. 

Todos los Luis López en blanco y negro volvieron a la caja metálica, junto a los libros y los discos y aquel domingo la mujer curiosa anunció a su marido que un nuevo Luis López venía en camino. 

lunes, 11 de enero de 2016

#Cuentocontigo: Cogidos de la mano


Aquella era la primera vez que soltaba su mano.
Fue un instante.
Él la soltó y buscó en el bolsillo del abrigo.
Rozó la pequeña caja con los dedos.
Dentro estaba el anillo.
Era una esmeralda, del color de sus ojos.
¡Qué bella estaba ese día!
Recuerda su larga melena despeinada en aquel día de invierno.
¡Y sus ojos!.. aquellos preciosos ojos verdes.
Ella reclamó de nuevo su mano.
¡Nunca antes la había soltado!
Él se arrodilló y a ella se la llevó el viento...

martes, 5 de enero de 2016

Noche sin cuentos

Curiosamente esta es una noche de pocos cuentos. Los niños quieren dormirse rápido para que se haga de día mucho antes y por una vez se meten solos en sus camas, y se arropan. 

Sus padres no saben qué hacer con el cuento que les tocaba leer esta noche y pasean por el salón, con el libro entre las manos, perdidos, sin niños a los que decirles: Érase una vez. Ellos son mayores, y tampoco esta noche están para cuentos, la vida no es como en esos libros con dibujos, se dicen, y también se van pronto a dormir. Sin embargo, no logran conciliar el sueño. No dejan de escuchar ruidos en la casa. Solo se levantan una vez, para comprobar que los niños duermen y vuelven rápido a sus camas. Siguen los ruidos, crujidos extraños, parecen pisadas, ¿o acaso es el viento? Durante horas siguen con los ojos abiertos y dan muchas vueltas, pero el sueño no llega. Son mayores y aunque no han escrito cartas también querrían que al despertar los Magos se hubieran acordado de ellos, y así poder dormir a pierna suelta el resto del año. 

Esta noche no es de muchos cuentos, pero todos esperan que tenga final feliz.

Feliz Noche, soñadores

jueves, 15 de enero de 2015

Mi barrio. Aquí y ahora


El hombre con chándal y zapatos lee en voz alta el periódico de ayer.


El churrero regala un churro a la niña de ojos grandes, que lleva mirándole un buen rato.

El conductor de autobús hace una excepción y abre la puerta a la señora que corre cargada de bolsas de naranjas. ¡Ella le quiere regalar una!

Un coche pita a un ciclista, que a su vez le hace la peineta, que a su vez vuelve a tocar el cláxon, para el coche y abraza con pasión al ciclista... ¡Cuánto tiempo sin verte! ¿Qué tal la familia?


La chica del herbolario cierra la persiana mientras silba: Dame veneno que quiero morir, dame veneeeno. Y yo llego al portal de casa tras haber dado 12.191 pasos (justo ahora doy el 12.192)



domingo, 4 de enero de 2015

#Cuentocontigo: Pinzas

Nuestro piso tiene unos 40 metros cuadrados, y muy poca luz natural. Así son los habitáculos de los porteros, normalmente, cuando están en los bajos. Tras construir millones de edificios como el nuestro, la moda cambió y las porterías se subieron a los áticos, ¡del infierno a tocar el cielo!

Ahora, nuestra pequeña y oscura casa ha perdido su lugar mágico: la terraza. No solo era más grande que la zona de vivienda, también era nuestro rincón favorito. Allí mi madre tenía sus flores: margaritas, rosas, geranios, ¡hasta tulipanes de Holanda! Tras hacer las tareas de la comunidad de vecinos, se sentaba en su pequeño jardín urbano para leer, o remendaba la ropa lavada una y otra vez, o levantaba la cabeza y veía las nubes pasar por encima del piso trece. En los buenos tiempos, hasta tuvimos una piscina hinchable en verano, pero esos tiempos han quedado muy atrás,... cuando mi padre aún vivía, cuando conocíamos el nombre de los vecinos y ellos nos llamaban por nuestro nombre.

Mi madre ya no tiene macetas en la terraza, lloraba al verlas deshojadas y maltrechas por los impactos. Apenas sale ya al patio, y eso la entristece y me entristece.

Un día al volver del instituto la encontré sangrando, tenía una tremenda herida en la cabeza, en la parte izquierda de la frente. El objeto que le había causado la lesión era una pinza diferente, no como las habituales de madera. Era blanca y tenía forma de mariposa. Esta vez habían acertado. 

Dejé de ir a clase e hice guardia camuflado con prismáticos para saber qué vecino usaba esas mariposas diabólicas. Me costó semanas dar con la ventana y pinzas gemelas. Estaban en el 7º C. Busqué en el patio todas las pinzas que le pertenecían, entre las más de cuatrocientas que ya se acumulaban y subí a devolvérselas. 

Llamé varias veces pero no quiso abrirme, oía su respiración al otro lado de la puerta. ¡Abra señora Domínguez, sé que está ahí! Vengo a devolverle sus pinzas y pedirle que tenga más cuidado, ha podido usted matar a mi madre. Nada. Sra. Domínguez, si vuelve a tirar una pinza llamaré a la policía. Lo dije, pero todos sabían que era un farol. No hay condenas por perder una pinza mientras tiendes las sábanas y es complicado explicarle al agente de la ley que las pinzas no caen por azar, que son lanzadas con alevosía y premeditación para echarnos de la casa. Los vecinos quieren vender la portería para pagar derramas y poner un portero automático. Tirarnos las pinzas con saña es su forma de decirnos, ¡fuera de la comunidad!

Mientras tanto, mi madre y yo seguíamos haciendo las tareas del bloque cada día, como si nada ocurriese. Fregar la escalera, sacar la basura, limpiar los cristales. En esos ratos de bayeta y bolsas sucias los vecinos no aparecían, y si lo hacían era a la carrera, sin decir ni buenos días, mirando al suelo para no dar explicaciones. Aquello era una guerra silenciosa, que se libraba a la hora de la colada. 

Nuestro día de gloria llegó cuando casi estábamos a punto de tirar la toalla. En mitad de nuestra terraza, entre los montones de pinzas, apareció un precioso jersey de bebé.  Sin duda, era de la vecina del 3º A que acababa de ser mamá. Como la comunicación con los vecinos era nula, decidí dejar una nota bajo su puerta. Si quieres volver a verlo, habla con los vecinos y dejad de acosarnos. Fdo. Los Porteros. Mi mensaje fue inocente, pero un malentendido fue la solución a todos nuestros problemas.

Por lo visto, aquel día el bebé estaba con su abuela, salieron a pasear y les pilló la lluvia. No había manera de contactar con ellos por el móvil y la tormenta arreciaba. Mi madre y yo lo desconocíamos, así que cuando la mamá del 3ºA llamó a nuestra puerta pidiendo que se lo devolviéramos inmediatamente, e intentó pegarme al grito de ¿Dónde está? ¿Dónde está?, envalentonado le contesté, ¡cuando todos dejéis de acosarnos, te lo daremos! Mi madre se ha dejado la piel por vosotros, es una buena persona y una buena trabajadora. Sois unos sinvergüenzas y lo pagaréis caro. ¡Y le cerramos la puerta en plena cara! Al momento, y sin dejar de llorar volvió con el presidente de la comunidad que nos pidió perdón y prometió respetar nuestro trabajo y no volver a acosarnos. ¡Incluso parecía atemorizado! Le dimos las gracias y mientras fui a recoger la ropita de su bebé, la abuela entró por el portal con el carrito para alegría de la desesperada madre. 

El bebé es una preciosa niña llamada Alba, que siempre nos lanza besos al pasar por portería. La terraza de mi madre vuelve a parecer un jardín, y los vecinos nos saludan y hasta nos dejan aguinaldo en Navidad. Por mi parte, he descubierto que las pinzas son un buen materíal artístico y estoy empezando a vender mis primeras creaciones. ¿Os gustan?



http://www.pinterest.com/nievescb/manualidades-con-pinzas/





miércoles, 1 de octubre de 2014

#Cuentocontigo: Evasión

No escuchó los golpes en la puerta, ni el silbato de la olla exprés, ni el insistente teléfono móvil, ni los muebles de los vecinos arrastrándose en el piso de arriba. Su marido la encontró a medio vestir, sentada en el suelo, con los ojos muy abiertos al infinito del patio de vecinos. Pero, ¿qué ha pasado? le susurró asustado. ¿Estás bien? La llamó por su nombre, la zarandeó, la abrazó angustiado y sollozó muchas más veces su nombre. El final del día se había convertido en noche cuando ella al fin se levantó sonriendo a su marido y entró en la cocina. Desde allí se escuchó alta y clara su voz, decía que se había quemado la cena y sería buena idea llamar a un chino.

domingo, 28 de septiembre de 2014

#Cuentocontigo:La cometa


La encontró por casualidad. Hacía años que nadie jugaba con esa vieja cometa. Recuerda que fue el regalo de cumpleaños para el mayor de sus hijos, pero fue el pequeño quién más la disfrutó. Salían al monte a verla volar los hijos y el padre mientras ella les hacía fotografías. ¿Dónde las habrá guardado? Buscando las fotografías viejas de aquella cometa, se pasó rápida la tarde. Ahí estaban los hijos, muchos años antes, y su marido, abrazándoles. ¡Qué felices fueron con aquella cometa roja! Ensimismada en sus recuerdos no se percató de que el traqueteo de la lavadora había cesado. La segunda colada del día. Sábanas y sábanas que ondeaban al viento, en un tendedor en el que ya no cabía más ropa. La voz del marido se oyó al fondo del pasillo. Gritaba. La mujer tiró al suelo las pinzas, acudió nerviosa a su llamada. Otra vez le llenó de besos, le acunó en sus brazos, cambió con cuidado las sábanas, le aseó como a un niño y veló su sueño. Volvió a la cocina, con más sábanas para lavar... y sin espacio en las cuerdas. Miró al cielo, quizá rezando, o quizá para contener la rabia, y tal vez una cosa llevó a la otra. Un zurcido en la tela, un par de nudos y la cometa otra vez flotando cerca de las nubes, cargada de sábanas y pijamas ondeando al aire. María todavía se atrevió con una tercera lavadora aquella noche. Después se acurrucaría junto a su marido niño, y le contaría la historia de aquella cometa roja que había venido a visitarles.

Para Mamen, un cuento con cometa. 

domingo, 21 de septiembre de 2014

#Cuentocontigo: Sorpresa


Salió de la agencia de viajes con los billetes en la mano y no dejó de correr hasta llegar a casa. Le dio tiempo de esconder la sorpresa antes de que ella volviera del trabajo. Ya más sosegado, volvió a repasar su plan. Ella no debía saber nada hasta llegar al aeropuerto dentro de dos días. Tenía que preparar su maleta, y disimular solo 48 horas más... ¡Su mujer era un hueso duro de roer! ¡Capaz de interrogar a un espía ruso y hacerle cantar como un ruiseñor! En eso pensaba cuando la oyó entrar, ¿Por qué sonríes?, le dijo mientras le plantaba un beso. No, por nada, pero... este sábado no hagas planes, nos vamos de excursión, ¿te parece bien? ¿De excursión? ¿Dónde? Ella preguntaba y preguntaba. Tenía mil tretas para sacarle todos los secretos, pero esta vez no iba a conseguirlo. Preguntó y preguntó toda la tarde y toda la noche. Con besos zalameros, inventando juegos de palabras, diciendo posibles destinos de la excursión,... Él resistía: Cariño, no pienso decirte cuál es la sorpresa, pero cuando estemos en Argentina, ¡no te lo vas a creer! Lo dijo sin darse cuenta, se le escapó en mitad de la cocina, mientras cargaba el lavavajillas, ¡ni siquiera fue capaz de guardar el secreto más de seis horas! Ella, que estaba justo al lado secando unas copas le miró atónita. Pensó que su marido estaba bromeando, hasta que vio como se tapaba la boca exageradamente y se lamentaba como si alguien le hubiera pisado en el dedo pequeño del pie...¿Argentina has dicho? ¿El país a miles de kilómetros? ¿Cruzando el océano? Él movió la cabeza afirmativamente y cabizbajo fue a buscar la información del viaje.  Ella le siguió dando saltos por el pasillo, sin dejar de preguntarle todos los detalles del viaje.

sábado, 20 de septiembre de 2014

#Cuentocontigo: Besos, muchos besos

Para Carmen 



¿Y quién va a creer esta historia? Mi abuela no sabía leer ni escribir, ni falta que le hizo. Durante años mantuvo correspondencia con mi abuelo, exiliado nómada, sin que ni una sola de aquellas cartas despertara nunca el recelo de las autoridades franquistas. Cada día un sobre, y dentro un pequeño trozo de papel de periódico, o lo que tuviera a mano, estampado con un beso. Siempre fue coqueta mi abuela. Siempre con sus labios pintados. Para salir a la calle o a misa eran rosa pálido, marrón claro, pero en casa, delante de su pequeño espejo, los carmines se volvían de los tonos más rojos.

Su hermana menor se ofrecía de escribana, para hacer de intermediaria entre ella y su querido Andrés, pero mi abuela nunca aceptó. Decía que las palabras no le habían traído nada bueno a su vida, y prefería los besos, muchos besos. Cada día un beso para su amor. Mi tía ponía el remite, y mi abuela el contenido. Labios rojos unos días, rosas otros, medios labios, o labios imperceptibles viajaban por media Europa para llegar al corazón de Andrés. ¿Y quién va a creer que aquellos inocentes besos eran un código secreto para avisar a mi abuelo Andrés del peligro de volver a casa? Ella le salvó la vida con besos, él se los devolvió uno por uno a su regreso.

domingo, 7 de septiembre de 2014

Paseante dominical (Ojos verdes)


















No tiene nombre aún en el argot óptico, pero este extraño fenómeno colorea el iris de un profundo color verde. La primera afectada descubrió el caso durante un viaje a Costa Rica. Sentía un cosquilleo en los ojos y tras chequearlos en un espejo, se percató de que la habitual pigmentación marrón de sus ojos se había tornado de un espectacular color verde, verde bosque, verde helechos, verde basilisco, verde intensísimo, que nunca antes había visto... Desde entonces, el color café de sus ojos desaparece cada vez que piensa en el país centroamericano...#Vacaciones con la mente
(Y las comisuras de sus labios se elevan hacia arriba, asemejándose a una cómoda hamaca en mitad de la selva)

martes, 22 de julio de 2014

#Veranoytú

Recuerdo los veranos de mi infancia. Veranos sin playa. De siestas forzadas. Calor y grillos. Contigo los reconstruyo. Les pinto olas, y cubos y rastrillos de colores. Escucho risas y gritos de sorpresa, chapoteos y pasitos de puntillas sobre la arena ardiente. Veo sombrillas de rayas, helados, y mimos. El mejor verano de mi infancia aún está por llegar,y ahí te quiero encontrar una y otra vez. 

sábado, 31 de mayo de 2014

(Micro) #Cuentocontigo: pies con vértigo

Y el doctor recetó zapatos planos para la chica de pies con vértigo. 
Sólo en días muy especiales se atreve a ponerse de puntillas...

domingo, 27 de abril de 2014

Paseante dominical (El secreto del reloj)

Érase una vez un Mundo dónde todo funcionaba como un reloj suizo, hasta que alguien olvidó darle cuerda.
Ese día el Sol no salió y la Luna tuvo que hacer su trabajo.
Los pájaros olvidaron cantar y los niños no querían tomar el desayuno.
Parecía el fin del ídem, hasta que llegó un señor jubilado, puso en hora el reloj y lo arregló todo, todo, todo.

Sol, Luna, pájaros y niños se lo agradecieron tanto, que el señor jubilado tuvo claro cuál sería su cometido de ahora en adelante... 

PD: ¡Me encanta cuando mi padre pone otra vez el mundo en marcha!


jueves, 30 de enero de 2014

Espejito,espejito

Hacía frío y esperé dentro del portal. Me distraje mirando la calle, a través de las puertas de cristal del edificio. Para los viandantes, yo era invisible, pero todos parecían buscarme a través del gran espejo-puerta. No, no me buscaban a mí. Solo su reflejo. Las chicas se retocaban el pelo, se humedecían los labios, sonreían coquetas; los señores metían barriga, caminaban más tiesos; las madres se arreglaban la falda, tapaban parte del cuerpo con enormes bolsos; los niños creían encontrar un compañero de juegos, aporreaban la hoja cristalina y allí no había nadie. Solo yo. Yo, al otro lado. Yo, sin mi reflejo, sin noticias del paso del tiempo. Un yo que no necesita encontrarse ni perderse en los reflejos. 

lunes, 6 de enero de 2014

#Cuentocontigo. Roscón con sorpresa

El perdió un diente. Ella, la paga del domingo.
Desde entonces no comen roscón de Reyes.
La dichosa sorpresa, les salió cara.
Él
El dentista se embolsó todos los ahorros.
Ella
No ir al cine del domingo, ¡una larga semana de amargura!
Él
La nueva pieza dental no le dejó satisfecho.
El estrenado incisivo tenía un pequeño defecto. Adquiría una tonalidad verde en los bares con iluminación violeta. Fue mala suerte. En los últimos setenta, todos los bares de moda tenían las mismas luces.
Ella
El lunes no se hablaba de otra cosa.
La película, y los chicos del Paseo.
Chicos que caminaban kilómetros y kilómetros en la acera opuesta
Chicas que les imitaban. Efecto espejo.
Risitas nerviosas al cruzarse.Miradas.Piropos.
Y algún mensaje al rozar las manos. 
Él
Se peinaba como Travolta.
Vestía como Travolta
pero nunca podría sonreír como él. No con un diente verde.
Las conquistaría bailando. ¡Oh, sí!
Ella
Era la única que no había visto Grease.
Todo por no ir al cine ese domingo.
No pudo ver el peinado de Olivia.
Quería bailar esas canciones.
Ni hubo besos de cine, ni mensaje secreto en el Paseo.
Él
El próximo domingo había guateque.
Quizá viera a la chica de los ojos grandes.
Le hablaría de amor, en la calle... con luz natural y después, la besaría en lo oscuro...
Del diente camaleónico tal vez nunca llegara a enterarse...
Ella
El próximo domingo iría a dos sesiones.
Se perdería el guateque, pero tenía que ver bailar a ese Travolta. 
¡Maldita familia que obliga a pagar el roscón a quién encuentra la sorpresa! 
¿Qué pretende? ¿Arruinar la vida a la juventud?




domingo, 8 de septiembre de 2013

Paseante dominical (fotos en blanco y negro)

Encontré un tesoro entre viejos libros y cuadernos. Aquella foto en blanco y negro me sonrío desde las ajadas páginas de un manuscrito. Una sonrisa cincuenta años olvidada. Al dorso una dedicatoria sencilla. Para ti, con amor. Besé aquella fotografía, y creí rememorar el momento en el que ella la guardó entre sus versos de juventud y sus quebrados y divisiones escolares. He vuelto a esconderla en otro libro al azar, para sentir de nuevo la emoción del reencuentro. 

lunes, 10 de junio de 2013

#Cuentocontigo. La amiga rara

Se llama Pamela y siempre come de pie. Come, merienda y cena de pie. Alguna vez, en el desayuno se sienta un momento, pero es solo para atarse los zapatos. Pamela ya no se queda en el comedor del colegio. La castigaban todos los días por no querer sentarse. Ella lloraba y decía que la castigaran, que si se sentaba no comía y si comía, no se sentaba. Hasta la expulsaron unos días por rebelde Como además de compartir pupitre, éramos vecinas, fui a llevarle los deberes. Mala suerte la mía. Era la hora de cenar y su madre me obligó a quedarme. Sin duda era la única amiga de su hija, o al menos eso creía. Acepté la invitación, no quería desengañarla. Recuerdo que fue una cena muy breve. En pie, sus padres, Pamela y sus dos hermanos acabaron con la sopa en escasos minutos. Lo hacían en la cocina, uno frente a otro, prácticamente pegados. Sin usar mesa ni sillas ni hablarse entre ellos. Amparada por el sonido de las cucharas al chocar con los platos dije que no me gustaba la sopa, me excusé y salí de allí tan rápido como pude. No se lo conté a nadie en clase, ni tampoco en mi casa. Pensarían que tengo amigas raras.